Ya se siente el adiós, y es que estamos a menos de siete semanas del cierre de sexenio del presidente López Obrador, el primer sexenio de la izquierda mexicana que llegó por las urnas y con un programa abierto de gobierno.
En estos casi seis años de administración nuestro país ha atravesado por múltiples desafíos, como fue la pandemia de Covid 19, la guerra en Medio Oriente, la moratoria constitucional de la oposición, los casi diarios embates desde los medios, así como las crisis económicas mundiales.
Sin embargo, a días del cierre un hecho es innegable, la máxima “por el bien de todos, primero los pobres” resultó una fórmula económica, política e, inclusive, moral, sumamente efectiva. Y es que los datos hablan por sí: reducción de la pobreza en más de 5 millones, finanzas sanas con mayor recaudación tributaria, una aprobación generalizada del Presidente y, sobre todo, un apoyo y confianza en la continuidad del proyecto de transformación.
Resulta menester recordar que estos últimos días en administraciones del pasado eran los días que no eran o, dicho de otra forma, días muertos. Y es que en el gran aparato estatal conformado por la Administración Pública, lo único que restaba era esperar el cambio de administración. Así, las Secretarías y Organismos se apagaban, los programas, apoyos, servicios y bienes dejaban de ser prioridad.
Hoy las cosas no son así. A días del cambio de sexenio cada Secretaría continúa trabajando como si fuese el día uno después de la toma de protesta, además, continúan las entregas de obras estratégicas del Gobierno de México. Un camino en Oaxaca, una carretera en el norte, dispersión de apoyos restantes a nivel nacional, mantenimiento a presas, canales y, sobre todo, la continuidad de un ambicioso plan de salud: IMSS Bienestar, mismo que seguirá en proceso de consolidación hasta el último día de este sexenio.
Decir adiós nunca es sencillo, y más cuando el movimiento obradorista que hoy está en la Presidencia creció y maduró de la mano de su líder; por ello, la partida de la vida pública por parte del presidente López Obrador significará retos para el futuro, tanto para la próxima presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, como para el partido y, más importante, el movimiento que lo sustenta.
Mil y un retos se abren para el país, pero también mil y un oportunidades, en lo inmediato lo que viene es un reconocido y doloroso adiós al presidente que trajo esperanza a millones de mexicanas y mexicanos y que ya dejó una huella en la historia política, económica y, por encima de todo, social de nuestra nación.
“Amor con amor se paga”.