El domingo 8 y el lunes 9 de junio, los italianos acudieron a las urnas para votar cinco referendos abrogatorios: cuatro en materia laboral y uno sobre ciudadanía. Las consultas laborales buscaban modificar algunas medidas de la Reforma Laboral de 2015, impulsada por Matteo Renzi, entonces presidente del Consejo de Ministros, que promovió una mayor flexibilización del empleo. Estas propuestas fueron impulsadas por la Confederación General Italiana del Trabajo, la mayor central sindical del país. Por su parte, la iniciativa sobre ciudadanía fue promovida por Riccardo Magi, diputado de Más Europa, y contó con el respaldo de diversos partidos de izquierda como el Partido Socialista Italiano, los Radicales Italianos y el Partido de la Refundación Comunista.
Como iniciativas populares, las consultas requerían el respaldo de al menos 500 mil firmas, según lo establece el artículo 75 de la Constitución Italiana de 1947. Las propuestas laborales superaron los cuatro millones de firmas, mientras que la de ciudadanía logró más de 600 mil. El Tribunal Constitucional aprobó las cinco preguntas el 20 de enero de 2025. Sin embargo, para que los resultados fueran vinculantes, se requería una participación mínima del 50 % más uno del electorado.
Las cinco preguntas propuestas en las boletas fueron las siguientes:
Entre los principales apoyos al "sí" se encontraban el Partido Demócrata, Europa Verde, la Izquierda Italiana, el Partido Progresista, el Partido de la Refundación Comunista, el Partido Socialista Italiano, la Confederación General Italiana del Trabajo, la Unión Sindical de Base, entre otros. En cambio, partidos como la Unión del Centro y Nosotros los Moderados se posicionaron por el "no". Los partidos de gobierno (Hermanos de Italia, la Liga por Salvini Premier y Fuerza Italia) promovieron el abstencionismo con el objetivo de evitar que se alcanzara el quórum del 50 % más uno, necesario para que el referéndum fuera vinculante.
El referéndum se celebró en un contexto tenso para la izquierda italiana, apenas cinco días después de la aprobación de la nueva Ley de Seguridad impulsada por Giorgia Meloni. El 5 de junio de 2025, el Senado aprobó dicha ley con 109 votos a favor, 69 en contra y una abstención. La ley, compuesta por 39 artículos, introduce 14 nuevos delitos y nueve nuevas agravantes a delitos existentes.
Entre los nuevos delitos destacan: posesión de material con fines terroristas, difusión de propaganda terrorista, bloqueos de autopistas y vías férreas (que pasan de ser infracciones administrativas a delitos penales), ocupación ilegal de inmuebles, revocación de ciudadanía en un plazo ampliado de 3 a 10 años, prohibiciones de acceso a espacios públicos para personas condenadas o denunciadas, eliminación del derecho de aplazamiento de condena para mujeres embarazadas o madres de niños pequeños, y nuevas sanciones contra la producción y comercio de cannabis.
Además, la ley permite a los policías portar cámaras corporales y a los miembros de las fuerzas del orden portar armas privadas sin licencia. Entre las agravantes, se incluyen penas más severas por daños durante manifestaciones, incumplimiento de órdenes de la policía de tráfico, actos "violentos" contra obras de infraestructura, delitos cometidos en estaciones ferroviarias, utilización de menores en la mendicidad y fraude contra adultos mayores.
La presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, líder de la extrema derecha, ha declarado que la ley busca proteger a las familias, los ancianos, los propietarios honestos y a los agentes del orden. Sin embargo, la oposición sostiene que esta legislación representa un retroceso en materia de libertades y una institucionalización del Estado policial. Diversos organismos internacionales y sectores de la izquierda italiana han rechazado categóricamente esta normativa, que consideran criminaliza la protesta social.
El referéndum representaba un intento de movilización popular contra las políticas de la extrema derecha y el neoliberalismo. No obstante, la estrategia del oficialismo funcionó. Aunque el escrutinio aún no ha concluido, la participación se estima por debajo del 30 %, muy lejos del 51 % necesario para que el resultado fuera vinculante.
En cuanto a los resultados:
Geográficamente, los referendos abrogatorios registraron mayor participación en la región noroccidental, especialmente en Piamonte, Liguria, Emilia-Romaña y Toscana, regiones con mayores tasas de sindicalización. Las tasas de participación más bajas se dieron en el sur (Sicilia y Calabria), región de carácter rural, con bajos niveles de afiliación sindical y con fuerte apoyo a Hermanos de Italia, y en el noreste (especialmente en Trentino-Alto Adigio), también con niveles bajos de sindicalización, pero también con una autonomía regional que configura sentimientos de irrelevancia para los problemas concretos de la región. .
Estos referendos dejan importantes lecciones sobre una sociedad políticamente fragmentada. Aunque el "sí" ganó con claridad en todas las consultas, el oficialismo logró desactivar la movilización mediante una estrategia efectiva de abstencionismo. Primero, los resultados reflejan un rechazo popular a las reformas laborales de Renzi, pero también evidencian una fractura territorial y una desmovilización ciudadana, especialmente en zonas rurales con baja afiliación sindical. Segundo, Italia parece encaminarse hacia un modelo autoritario, de criminalización de la protesta, justificado bajo el discurso de la protección familiar y avalado en la Ley de Seguridad de Giorgia Meloni. Por último, queda clara la urgencia de que la izquierda italiana consolide estrategias de coordinación y refuerce su presencia en el territorio, especialmente en las regiones rurales.
En conclusión, Italia atraviesa una encrucijada política. Por un lado, existe una mayoría que rechaza el neoliberalismo y sus impactos en el ámbito laboral; por otro, grandes sectores de la sociedad muestran desinterés por la participación política. A ello se suma una estrategia de represión creciente, que augura mayores niveles de violencia, especialmente contra los migrantes. Estos referendos plantean una tarea urgente para la izquierda italiana (y también para la internacional) y una lección fundamental: sin unidad ni capacidad de movilización masiva, las políticas neoliberales y autoritarias continuarán avanzando sin una resistencia efectiva.
Porcentaje de participación en los referendos abrogatorios (2025)