El constitucionalismo mexicano, puede entenderse como un proceso histórico en el que el Estado ha creado sus leyes, y su evolución definitivamente merece ser revisada más allá de la efeméride, por ello que ahora, en el 106 aniversario de nuestra Carta Magna, la reflexión sobre los ideales que representa sigue siendo vigente y necesaria.
El origen de nuestra constitución, así como el de nuestro sistema político, puede rastrearse hasta el imperio azteca y el virreinato, sin embargo, en la forma en la que la entendemos actualmente, comienza concretamente a partir del documento elaborado por el héroe de la independencia, el cura José María Morelos y Pavón, el cual lleva el título de: “Sentimientos de la Nación”.
La obra de Morelos es de suma relevancia para entender los orígenes de nuestra patria, ya que es aquí, cuando queda de manifiesto, la idea de un México fuera de la influencia de la monarquía española, a su vez que propone por vez primera, la división de poderes en: ejecutivo, legislativo y judicial, esto último, inspirado principalmente en la Revolución Francesa, aunque también tiene raíces en común con la constitución de Cádiz y la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
Por otro lado, también es importante mencionar que el documento hace una crítica al sistema de castas y la esclavitud, al mismo tiempo que propone una ética divergente a su contexto, ya que en su famoso discurso redactado por Don Andrés Quintana Roo, menciona lo siguiente: “Quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber; el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales pues del mismo origen procedemos; que no hay abolengo ni privilegios; que no es razonable, ni humano, ni debido, que haya esclavos, pues el color de la cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como a los del más rico hacendado y dueño de minas; que todo el que se queje con justicia tenga un tribunal que le escuche, le ampare y le defienda contra el fuerte y el arbitrario”.
Indiscutiblemente las ideas del caudillo, en términos políticos y jurídicos, también son motivo de discusión contemporánea, pues desde entonces ya se hablaba de que el estado debía de “moderar la opulencia y la indigencia” o “aumentar el jornal del pobre”, pero también habla de límites ante el uso de la autoridad, un salario modesto para los servidores públicos y la abolición permanente de la esclavitud y la tortura.
Ya consumada la independencia en 1821, se estableció una monarquía constitucional, encabezada por Agustín de Iturbide como monarca, y en 1823 en una república federal, la cual fue presidida en un primer momento por José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria, quien fuera el único en terminar su periodo completo en este contexto de la historia de México, que es conocido como “La primera república federal”. Sin embargo, este periodo que abarcó casi 12 años, también estuvo gobernado por dos triunviratos y 9 presidentes, al mismo tiempo que quedó marcado por varios intentos de reconquista española, y por el intento de México de conquistar Cuba para evitar que sirviera como base de expediciones militares en un futuro.
Una de las principales características de la vida política mexicana a lo largo del siglo XIX, fueron los conflictos internos, principalmente entre las élites conservadoras que no querían perder sus privilegios y los liberales que querían seguir con el modelo federalista, por ello que inevitablemente estallara el conflicto, y en 1836, el sector conservador impusiera la República Centralista y elaboraría las famosas 7 leyes. Este periodo es particularmente oscuro para México, ya que se considera que representa un franco retroceso para nuestra nación, esto se observa en hechos como, por ejemplo, que la figura del presidente se volvió demasiado poderosa, ya que este podía nombrar y remover gobernadores a su antojo y conveniencia, en vez de tener diputados federales eran nacionales y los senadores, en vez de ser representantes de los estados, encarnaban lo más odioso de nuestra sociedad de aquella época, es decir: terratenientes, militares y altos mandos eclesiásticos. Además, se dice que las 7 leyes, fueron el motivo principal que llevó a Texas y Yucatán a declarar su independencia.
No fue hasta la reforma en 1857 que las leyes en México comenzaron a abarcar y proponer una serie de cambios políticos y sociales más profundos, donde principalmente se mermaba al poder eclesiástico, ya que en éstas reformas se abolía el fuero para los clérigos, se le facultaba al estado para expropiar a la iglesia de ser necesario y se creaba un sistema educativo laico, todo esto con el objetivo de modernizar a la sociedad mexicana, limitar el poder de la iglesia y de la élite terrateniente. Por su parte, la respuesta del sector conservador mexicano fue otra vez apostar por el retroceso y comenzaron un conflicto armado para imponer a Maximiliano de Habsburgo, un gobernante extranjero que terminó fusilado en el cerro de las campanas junto a los generales Miramón y Mejía.
Aún con todo esto, las Leyes de Reforma fueron un hito muy importante en la historia de México, ya que sentaron las bases para un sistema político y social más laico y democrático.
Ya entrado el siglo XX, México experimentaría el conflicto social más agitado de la historia del país, conocido como “La Revolución Mexicana”, que surge como respuesta al “porfiriato”, el cual es un periodo de nuestra historia que se caracteriza por la precariedad social en todos los sentidos, un sistema económico prácticamente feudal y un ambiente antidemocrático que se extendió por más de 3 décadas.
El porfiriato llegó a su fin con la llegada de Madero a la presidencia, sin embargo, este fue asesinado por Victoriano Huerta, quien usurpó la presidencia por un par de años. Este suceso, conocido como la decena trágica, agravó el conflicto y lo llevó a su etapa más violenta, ya que hizo reaccionar con fuerza a los principales líderes revolucionarios como Villa, Zapata y Carranza, logrando que un año después, Huerta abandonara el país.
Sin embargo, las relaciones entre los jefes revolucionarios era muy compleja ideológicamente hablando, por lo que en 1914, se reunieron en lo que fue conocido como “La Convención de Aguascalientes”, para intentar conciliar intereses comunes, sin embargo, los acuerdos fueron finalmente desconocidos. Por su parte, Carranza, en su calidad de jefe del ejército constituyente, logró pacificar al país para formar un congreso.
Entre los constituyentes, existía un origen mixto, ya que venían representantes sociales, gente del campo, abogados y militares, gente que había vivido los horrores de la guerra, sin embargo, este hecho generó un contraste que enriqueció intelectual e ideológicamente el trabajo del congreso. Fue así como el 31 de enero de 1917, tras varios días de intensas discusiones, terminaron las sesiones del congreso, y el día 5 de febrero de 1917, se promulgó oficialmente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mediante la firma de Venustiano Carranza, en la ciudad de Querétaro.
Este texto (la constitución), tenía como objetivo principal, responder a las demandas que originaron la revolución y es la base de nuestro sistema jurídico y político en la actualidad, a pesar de que ha tenido muchas reformas desde entonces. Entre las características principales con respecto a las constitución de 1857, destacan: el sistema de elecciones directas, mayor soberanía a los estados, la creación del municipio libre, el ordenamiento agrario del país, la jornada laboral de 8 horas diarias como máximo, la no reelección presidencial, la supresión de la figura del vicepresidente, entre otras.
La constitución de 1917, sin duda es motivo de orgullo, ya que es pionera en temas como los derechos sociales, laborales, las garantías individuales y la apertura política que está implicada alrededor de ella, en otras palabras, podemos decir que una de sus grandes virtudes es que gira en torno al individuo y su dimensión humana, defendiendo la noción de tener una vida digna y protegiéndolo de la tiranía y el abuso de poder.
Hoy en día, todo ciudadano mexicano es protegido por este documento, sin embargo, hay que tener en cuenta, que la Carta Magna es mucho más que un libro con leyes y reglamentos, pues representa la búsqueda de la justicia social y el amor a nuestra patria, al mismo tiempo, que tiene especial relevancia, por ser la propuesta de los hijos más esclarecidos en la historia de nuestro país y la síntesis de sus luchas.