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  • 20 May 2022
  • 19:05
  • SPR Informa 6 min

Sangre nueva en la política.

Sangre nueva en la política.

Por Héctor Porras .

Sangre nueva en la política.

Por Héctor Porras de Oaxaca.

Es, no solo deseable, sino necesario que las y los jóvenes nos involucremos en las ideas de transformación de México.

De este hecho, puede devenir el tan ansiado rompimiento de las cadenas de la herencia y los privilegios, en donde se da más importancia a los apellidos que a las personas; el exterminio también, de los cacicazgos partidistas, en donde el dinero puede más que el honor y la vocación de servir al pueblo. 

En nosotros está acabar con generaciones de falsos políticos, de impostores, de antimexicanos y de traidores a la Patria.Tenemos la fortuna de contar con un gran referente a nivel nacional. Nuestro Presidente está encabezando un cambio de régimen profundo, que por muchos años intentó acabar con la grandeza de México y ponerla solo en unas cuantas manos. 

El nacionalismo de mujeres y hombres del pasado inmediato y lejano, no dejó que esto pasara del todo; aún las columnas de un México fuerte y soberano persisten.

Pero no olvidemos que todavía deambula una vieja clase política que se resiste a morir y a perder sus canonjías. Por eso, las y los jóvenes de México debemos esforzarnos en ser ciudadanas y ciudadanos preparados, informados, con una base sólida de principios morales y con una participación activa en los asuntos de interés social.

Política no solo es sinónimo de cargos, es mucho más que eso. Hacer política es interesarse por la situación de nuestra calle y de nuestra colonia, es tener la disposición de asistir a reuniones con nuestras vecinas y vecinos, es tomar la iniciativa de emprender acciones pequeñas pero de gran valor sustancial. Tapar un bache, pintar un tope, rescatar espacios públicos y de recreación; gestionar con instancias locales, estatales y federales acciones encaminadas a resarcir carencias y deficiencias que por años hemos tenido que aprender a vivir con ellas. 

Acciones tan “pequeñas” —en apariencia —, como gestionar una luminaria para nuestra calle o solicitar la instalación de gimnasios al aire libre en lugares públicos abandonados, son la base para que, a la postre, se eleve la calidad de vida en nuestra sociedad. 

También, nuestro papel es exigir a los gobiernos en turno (de los tres niveles) que trabajen con transparencia, que cumplan con lo prometido, que rindan cuentas al pueblo; todo esto, por supuesto, sin caer en la dinámica mañosa del conservadurismo recalcitrante de criticar por criticar, de oponerse por oponerse, sin argumentos, sin ideas, sin propuestas.

Si queremos cambiar un país, el cambio debe comenzar por nosotras y nosotros mismos. Tenemos una responsabilidad histórica de no banalizar la sangre de nuestros antepasados que perecieron, que entregaron su vida de una manera heroica; con tal de que gocemos hoy de libertad, de democracia y de derechos sociales.

En nosotras y nosotros está el futuro de México, de nuestros hijos y nietos, y también el de nuestros padres y abuelos. No olvidemos que la continuación de los logros de la 4T depende en gran medida de nuestras acciones. 

Una vejez digna, una infancia atendida, jóvenes con oportunidades, una sociedad justa y en paz es el objetivo. No claudicar, no dudar, involucrarse y levantar la voz. Siempre.

Jamás seamos los que callan, los que no participan o los que no tienen esperanza. Como dijo el genio revolucionario y radical oaxaqueño Ricardo Flores Magón:

“Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que, con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades humanas hacia la libertad y la felicidad”.