• SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • SPR Informa
  • https://www.sprinforma.mx/noticia/la-pasion-de-kirk-y-la-saraje-vizacion-de-utah
  • 02 Oct 2025
  • 14:10
  • SPR Informa 6 min

La pasión de Kirk y la saraje vización de Utah

La pasión de Kirk y la saraje vización de Utah

Por Uziel Medina Mejorada

La tarde del 10 de septiembre se ensombreció en la nota a causa del asesinato de Charlie Kirk, estrella juvenil del conservadurismo estadounidense, en la Universidad del Valle de Utah, y otro tanto por la espectacularidad mediática del acontecimiento y la simultánea normalización de otros episodios similares a lo largo de la historia de las barras y estrellas. Y es que, según ha reportado CNN con datos del Gun Violence Archive[1], desde 2008 hasta 2025 se han registrado 763 tiroteos en las escuelas de los Estados Unidos, siendo los últimos años, principalmente durante la administración Biden, los más violentos: 2021 (74), 2022 (80), 2023 (82), 2024 (83), 2025 (53). No obstante, ninguno de los tiroteos durante la administración Trump (213) han merecido luto nacional y funerales de Estado multitudinarios, salvo uno, el de un propagandista de los (anti) valores más violentos del conservadurismo yankee.  

Los tiroteos en Estados Unidos se han vuelto más una regla que una excepción. Durante el periodo reportado, solamente los estados de Montana, New Hampshire, Rhode Island, Vermont y Wyoming, no registran tiroteos en las escuelas, mientras que Delaware, Texas y Whashigton D.C. se reportan como los más violentos, ya sea por cantidad de tiroteos (Texas), o por tasa poblacional (Washington D.C.). Las cifras son alarmantes si consideramos que durante los último ocho años se han suscitado una media de 5 tiroteos escolares por mes, uno por semana. 

Entonces, el ataque armado contra Charlie Kirk, desde su posición pragmática, no es más que una eventualidad más en medio de una sociedad sumergida en la violencia armada. ¿Por qué se ha vuelto tan relevante por sobre el resto? ¿Acaso algunas vidas importan más que otras? La diferencia entre convertirse en un precio a pagar y un mártir está en la utilidad que tiene dejar de respirar para un régimen construido sobre los cimientos del fanatismo y la megalomanía, donde la violencia es aceptable si beneficia al proyecto personal de quien detenta el poder y condenable si la ejerce el adversario.

Ya en 2024, Robert A. Pape, director del Chicago Project on Security & Threats advertía que 6.9% de los estadounidenses estaban de acuerdo en usar la violencia para impedir el regreso de Trump a la presidencia, mientras que el 10% pensaba que estaba bien el uso de la violencia para asegurar su mandato[2]. Por porcentajes suena poca cosa, pero estamos hablando de 23 y 34 millones de personas respectivamente, cuando las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos cuentan con poco menos de 1.4 millones de elementos en activo. Es en ese universo de 57 millones de estadounidenses (casi la población de Italia), han aparecido algunos entusiastas que se han atrevido a cometer ataques armados de índole política desde la publicación del informe, como el que sufrió Trump en Pensilvania, el ataque contra John Hoffman y el asesinato de Melissa Hortman en Minnesota, y el más reciente, el disparo contra Kirk en Utah. Todos a su vez son signo de una violencia política en escalada, misma que si ha sido capaz de tocar a figuras encumbradas dentro del ejercicio público y el activismo político, ya antes habrá cobrado otras víctimas no mencionadas en un mar de motivaciones raciales, de género e ideológicas. 

El clima de polarización que abruma a los Estados Unidos no es fortuito, y quienes hoy se escandalizan desde la tribuna pública son al mismo tiempo responsables de la exacerbación de la violencia política. Basta con observar el guion que durante varios años han venido siguiendo los “debate boys” y su recepción que han logrado en las redes sociales, popularizando posturas supremacistas que han fomentado el odio por razones de género, origen étnico y filiación política, desde discusiones falaces donde las complejidades sociales se reducen a una mera caricatura. 

En medio de ese semillero de radicalización conservadora, Kirk se erigió como una de las voces más aclamadas por una de las expresiones más torcidas de la herética corriente del supremacismo cristiano, ese que promueve la intolerancia y discriminación, absolutamente opuesto a los valores centrales del pensamiento cristiano como lo es la igualdad y el amor al prójimo, trayendo de nuevo a la agenda pública lo peor del fascismo mediante un lavado de cara a través del uso de instituciones apreciadas como nobles entre la población, entiéndase la patria, la familia y la religión. Su carácter conspiranoico ha encontrado tierra fértil entre los menos politizados, los fanáticos religiosos, así como los abandonados por el sueño americano, germinando una obstinación que lejos de enfrentar las causas del desequilibrio social, fortalecen a los causantes de dicha hecatombe al trasladar la culpa de la pobreza y la violencia a los infieles, entiéndase migrantes no blancos, la diversidad sexual y los críticos de la voracidad capitalista, bajo la etiqueta de woke, comunismo o izquierda terrorista, tres etiquetas que no entienden pero repiten sin cansancio.  

El supremacismo cristiano gringo ha servido como caldo de cultivo para la propagación de un nacionalismo cristiano (mejor dicho, nacionalcristianismo), negacionista, anticientífico, racista, sexista y paradójicamente, opuesto a los preceptos liberales emanados del protestantismo en una nación que se ha presumido mayoritariamente protestante, por ejemplo, la separación de la Iglesia y el Estado y libertad confesional. Es decir, que en el seno del conservadurismo estadounidense se ha abrazado una visión política que niega el mismo espíritu “americano”, empujando a la tierra de los libres y el hogar de los valientes (the land of the free and the home of the brave) en un anacrónico feudo que demanda vasallaje a las naciones libres. 

Pero ningún proyecto político, especialmente fascistoide, puede sostenerse sin propaganda, y en una nación donde uno de cada cinco habitantes es menor de 18 años, las campañas de adoctrinamiento (a las nuevas juventudes hitlerianas) deben modernizarse. Ahí entra Charlie Kirk a la escena: Un joven blanco, de familia ideal, con una oratoria bien pulida y un gran carisma para conquistar las redes sociales como los campus universitarios. Kirk podía ser, sin complicación alguna, la estrella ascendente para el relevo generacional del conservadurismo en un espacio de decisión política dominado por la gerontocracia, una prospectiva declara por el mismo Trump. Pero basta un segundo para cambiar el curso de la historia.    

El profeta que venía a salvar al mundo de la amenaza woke, esa que presta atención al cambio climático, procura el progreso social, y que arrebata a la blanquitud heterosexual cristiana los privilegios para convertirlos en derechos para todos los sectores sociales, cual lucero de la mañana MAGA cayó del cielo (valga la referencia) por el ejercicio pleno de la segunda enmienda. Y así nace el mito de la pasión de Kirk, el mártir blanco cristiano heterosexual conservador, la estrella apagada, según el presidente de EEUU, por mano de la izquierda radical (sin pruebas de ello). Ahora el conservadurismo fascistoide yankee tiene un símbolo para afianzar el radicalismo y exacerbar la violencia política. En la sangre derramada por el mesías MAGA se han bautizado los fieles de la guerra santa made in Manifest Destinity. 

Accidental o premeditado, Charlie Kirck se ha convertido en el Franz Ferdinand Carl Ludwig Joseph Maria von Österreich-Este del movimiento MAGA y Utah su Sarajevo, la motivación perfecta para emprender su guerra mundial contra el “marxismo cultural” (lo que sea que eso signifique), la cultura woke (las libertades sexuales y reproductivas, o el trato digno de las comunidades afrodescendientes), la “invasión” migrante, la diversidad religiosa (sobre todo contra la cultura islámica), y las instituciones internacionales que promueven la preservación del medio ambiente, la administración científica de la salud y el control de armas de destrucción masiva, para así poder restaurar el derecho otorgado divinamente al hombre blanco. 

El radiclismo kirkiano supone una guerra de dimensiones indefinidas en las esferas política y religiosa y se hace latente en el funeral estilo WWE, donde la mejor herramienta de propaganda es la imagen de todo un estadio “orando” al puro estilo de cruzada tele evangelística, la máscara de inocencia para encubrir el rostro de una ideología política corrosiva; la argucia que San Pablo Apóstol advierte a los Corintios en la figura del ángel de luz. Sin embargo, con toda la cruzada Grahamiana que envuelve la beatificación de Charlie Kirk, la implosión está en marcha. 

El ataque contra la iglesia mormona de Grand Blanc, Michigan, no ofrece pistas contundentes, aunque cercanos al ultimado agresor relatan un rencor particular por razones sentimentales, sin embargo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días podría estar en la mira de extremistas que asocien a dicha comunidad de fe con el actuar de Tyler Robinson (presunto asesino de Kirk) da la participación de la familia dentro de dicho culto religioso. Ya antes se han perpetrado crímenes de odio contra comunidades de fe, como la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emanuel en Charleston, relevante en los movimientos de los Derechos Civiles y Black Lives Matter, y en cuyo atentado murió el Senador Clementa C. Pinckney; la masacre de la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh, presuntamente motivada por la teoría del reemplazo; y el ataque contra la Escuela Católica de Annunciation, cuya identidad de la persona que perpetró el crimen ha sido suficiente para promover la transfobia desde el discurso conservador.   

El evangelio de Kirk, el evangelio del conservadurismo estadounidense, es una mezcla de radicalismo político, fundamentalismo religioso y extremismo supremacista y racista que envenena a Estados Unidos, pero también a toda la esfera occidental. Frente a la exacerbación del odio nacionalcristiano el reverendo Howard-JohnWesley ha alzado la voz contundentemente sentenciando que “cómo mueres, no redime cómo elegiste vivir”, pues siendo condenable su asesinato, no puede ni debe convertirse en un ejemplo para la sociedad.  Hay que decirlo claro. Los fundamentalistas de la cristiandad WASP y sus replicadores, estando frente a la cruz, han arrebatado a Jesús el nombre de Cristo para dárselo al criminal de junto. 

El mesías del Turning Point predicó: “Creo que vale la pena asumir el costo de, lamentablemente, algunas muertes por armas de fuego cada año para que podamos tener la Segunda Enmienda y proteger nuestros otros derechos que nos dio Dios”… y terminó convirtiéndose a sí mismo en el precio a pagar. Paradoja o justicia poética, lo cierto es que Charlie Kirk, en toda su exposición, es el retrato fiel de la decadencia de una nación fundada y demolida en su propio fundamentalismo. Al final, de una forma trágica, que no heroica, el destino no manifiesto le demostró que estaba equivocado, que al borde de una guerra civil, el MAGA en realidad es un Make America Shoot Again.   

[1] https://edition.cnn.com/us/school-shootings-fast-facts-dg

[2] https://d3qi0qp55mx5f5.cloudfront.net/cpost/i/docs/June_2024_CPOST_Survey_Report.pdf?mtime=1720925000