AMD y NVIDIA, empresas líderes en la fabricación de procesadores y semiconductores, han aceptado una cuota del 15% impuesta por Donald Trump sobre las ventas de chips de inteligencia artificial que realicen en China.
El mercado chino es crucial para la industria, con un gasto proyectado de 100 mil millones de dólares en inteligencia artificial para 2025. Durante 2024, NVIDIA generó aproximadamente $10 mil millones en ingresos en China, cifra que representó el 17% de sus ingresos totales ($60 mil millones). Por su parte, AMD reportó ingresos de cerca de $6 mil millones en China en 2024, lo que supuso el 24% de sus ingresos totales ($25 mil millones).
Esta cuota del 15% se enmarca en la "Guerra de Chips" entre Estados Unidos y China, una batalla por la supremacía tecnológica. El conflicto se intensificó con el plan chino "Made in China 2025", que busca la autosuficiencia en semiconductores con una producción nacional del 70% para 2025. En respuesta, desde octubre de 2022, Estados Unidos impuso controles de exportación para limitar el acceso de China a chips avanzados, alegando preocupaciones de seguridad nacional y el uso militar de la inteligencia artificial. Sin embargo, la aparición del chatbot chino DeepSeek en enero de 2025 reavivó las alarmas, demostrando el rápido avance de China en este campo.
A pesar de las restricciones estadounidenses, el programa "Made in China 2025" ha logrado un progreso considerable con una inversión masiva y un enfoque en la autosuficiencia. Un ejemplo notable son los procesadores de 7 nanómetros de Huawei, fabricados en el país, que demuestran la capacidad de China para innovar bajo presión.
China ha respondido con sus propias restricciones, como la prohibición de chips estadounidenses en infraestructuras críticas y la limitación de exportaciones de tierras raras, como el galio y el germanio, esenciales para la fabricación de chips. Es importante recordar que China controla el 69% de la producción mundial de tierras raras y Estados Unidos depende en un 80% de importaciones de estos materiales, principalmente de China.
Mientras Donald Trump apuesta al corto plazo con la generación de ingresos fiscales directos, algunos analistas sugieren que estas acciones podrían, paradójicamente, acelerar el desarrollo tecnológico chino.