Vivimos tiempos de gran incertidumbre y la situación actual en Medio Oriente es un claro ejemplo de esto, puesto que cada vez más, se asemeja a un complejo juego de ajedrez geopolítico, donde el reciente aumento de las tensiones en la región, son síntomas de una reconfiguración, de lo que parece ser un nuevo orden mundial multipolar.
La reciente escalada, basada en las promesas de un ataque masivo a Israel y alimentada principalmente por las amenazas de venganza de Irán, los Hutíes y Hezbollah, ha provocado una alarma global. Este último, un grupo paramilitar libanés catalogado como terrorista por muchos países, ya ha lanzado una serie de ataques con misiles sobre territorio israelí en respuesta al asesinato de uno de sus principales comandantes por parte de Israel, exacerbando aún más las tensiones.
Occidente ha advertido sobre la posibilidad de un ataque iraní "a más tardar el lunes", y las señales de una escalada inminente no dejan de multiplicarse. Aunque la amenaza de un ataque parece sólo cuestión de tiempo, también cabe considerar que estas advertencias podrían formar parte de una estrategia de desgaste por parte de Teherán. Sin embargo, los preparativos y las señales indican que es posible un ataque real y coordinado desde diferentes frentes.
Por su parte, el primer ministro israelí, Netanyahu, ha declarado que el país está preparado para defenderse tanto en tierra como en aire, y que cualquier agresión recibirá una respuesta contundente. Asimismo, el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, informó al G7 sobre la inminencia de un ataque iraní, destacando la coordinación con Israel, Jordania y Arabia Saudita para responder a la amenaza.
Desde la muerte de Ismail Haniyeh, el líder de Hamás, en Teherán el 31 de julio, Irán ha emitido declaraciones prometiendo represalias. El ayatolá Jamenei y otros líderes iraníes han anunciado un "duro castigo" a Israel, mientras que videos difundidos por la televisión iraní muestran preparativos para una ofensiva con drones y misiles.
Por otro lado, la alerta de escalada bélica, es notoria ya que numerosos países han pedido a sus ciudadanos que abandonen el Líbano, e incluso varias aerolíneas han suspendido vuelos a la región. Israel ha instado a sus ciudadanos en el norte a mantenerse cerca de refugios antiaéreos y ha emitido alertas sobre posibles incursiones terrestres desde el Líbano.
Milicias pro-iraníes en Irak y Yemen han anunciado el envío de combatientes para apoyar un ataque, lo que complicaría aún más la defensa israelí. Recordemos que en abril, un ataque iraní con 300 proyectiles mostró la capacidad de Israel para interceptar misiles con sus sistemas de defensa antiaéreos como “La cúpula de hierro”, además de que cuenta con la ayuda de aviones estadounidenses, británicos y potencialmente jordanos, una cooperación que será crucial en caso de un ataque masivo.
En este contexto es que la diplomacia juega un papel crítico en esta situación, por ello que Irán ha advertido que cualquier país que apoye a Israel será considerado hostil, una amenaza dirigida especialmente a Jordania y Arabia Saudita debido a su ubicación estratégica. Si estos países cedieran ante la presión iraní, Israel perdería una ventaja crucial en la interceptación de misiles.
Esto explica por qué Jordania ha enviado a su ministro de Relaciones Exteriores a Teherán, un indicio de la gravedad de la situación, mientras que Arabia Saudita se mantiene expectante. Israel, por su parte, ha suspendido la normalización de relaciones con Arabia Saudita como medida de presión ante lo que pareciera ser, una insistente postura saudí de promover el diálogo bajo la idea de dos estados en la región.
De igual manera, la relación entre Egipto e Israel también se ha deteriorado debido a los recientes descubrimientos del ejército isrelí, de lo que pareciera ser la construcción de una gran cantidad de túneles desde Gaza hacia Egipto, donde recibían armamento y provisiones por parte de sus aliados. Asimismo la masiva migración de palestinos a Egipto por los brutales ataques sionistas y los desacuerdos sobre el futuro de Gaza, han contribuido notoriamente en este desgaste diplomático, al punto que el presidente egipcio El Sisi ha hecho declaraciones muy provocativas contra el estado Judío, aumentando las tensiones en la región.
Otro que ha optado por echar más leña al fuego ha sido el presidente turco, Erdogan, que ha amenazado con invadir Israel directamente, aunque, lo cierto es que Turquía carece de la capacidad para cumplir esta amenaza, sin duda estos comentarios agravan y complican aún más el panorama en el corto y mediano plazo.
Mientras tanto, Rusia y China, aliados abiertos de Irán y potencias influyentes detrás del telón, han mantenido un silencio que en realidad dice mucho. Es bien sabido que ambos países nunca han apoyado a Israel en su conflicto con Hamas, por lo que la reciente llegada a Teherán de Serguéi Shoigú, el principal asesor de Putin en temas militares, muestra la gravedad de la situación y la evidente cooperación estratégica y militar entre Rusia e Irán.
La situación en Medio Oriente es extremadamente volátil, por lo que ante esta delicada situación, es necesario que todos los actores involucrados redoblen sus esfuerzos para mantener la paz y la estabilidad en la región. La posibilidad de que el conflicto escale de un enfrentamiento regional a una guerra de proporciones mundiales es real y alarmante, por lo que solo a través de la diplomacia, el diálogo y la cooperación internacional se puede evitar una catástrofe que afectaría no solo a Medio Oriente, sino al mundo entero. Es crucial que las potencias globales y regionales trabajen juntas para desescalar las tensiones y buscar una solución pacífica al conflicto de manera inmediata, antes de entrar en una serie de eventos desafortunados, con consecuencias completamente impredecibles.