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  • 09 Jul 2025
  • 12:07
  • SPR Informa 6 min

X fascista y la salida de Linda Yaccarino

X fascista y la salida de Linda Yaccarino

Por Ernesto Ángeles .

En los últimos días la plataforma de redes sociales, antiguamente conocida como Twitter, ahora X, ha estado envuelta en una serie de escándalos, el más reciente es la salida de su antigua CEO, Linda Yaccarino; sin embargo, el suceso que más ha sonado sobre X en los últimos días es que su inteligencia artificial, Grok, se volvió racista y marcadamente ultraderechista, lo que la llevó a alabar a Hitler, negar el genocidio nazi, así como atacar proyectos políticos como el de la 4T en México; esto ocasionó una intervención de parte del equipo de Musk, el cual prometió, supuestamente, atender los discursos de odio en su plataforma.

Si bien, podría considerarse que la salida de Yaccarino es la respuesta de Musk a la crisis generada por Grok, la realidad es más complicada, ya que Yaccarino entró a X con la encomienda de mejorar las relaciones de la plataforma con sus anunciantes; además, el desperfecto de la IA de X no es un error, ya que semanas antes del escándalo, Musk había ordenado eliminar lo que él consideraba sesgos “progresistas/wokes” en el modelo, con la promesa de que su IA no se autocensuraría, ni evitaría “decir las cosas como son”; bajo el disfraz de la libertad, lo que se promovió fue una narrativa explícitamente reaccionaria y ultraderechista. 

Por tanto, Grok no es una prueba fallida ni una beta experimental alimentada erróneamente, sino que es un producto de uso masivo, conectado a una red social global y controlado por el hombre más rico del planeta con una agenda ideológica clara; en manos de Musk, la IA no es solo un juguete de Silicon Valley, sino una herramienta política capaz de legitimar la desinformación, rehabilitar el fascismo y reforzar las estructuras de dominación que sostienen nuestra sociedad contemporánea. Bajo el lema de combatir el “wokeismo”, lo que Musk promueve es una visión reaccionaria del mundo, donde el feminismo es ridiculizado, el antirracismo despreciado y los derechos humanos convertidos en obstáculos del “progreso”.  

Este episodio obliga a replantearnos qué entendemos por inteligencia artificial, quién la diseña, para qué se usa y qué tipo de sociedad reproduce; porque detrás del código y las bases de datos, hay decisiones políticas: elegir qué textos alimentar, qué fuentes priorizar, qué respuestas permitir o censurar, es una forma de construir ideología. Y si esa ideología está al servicio del capital, la IA se convierte en instrumento de clase.