El pasado 1 de junio, en una jornada histórica, se llevó a cabo la renovación del poder judicial nacional y en algunas entidades el poder judicial local desde las urnas, con una participación de un 13% de las y los ciudadanos con derecho a voto en México. La jornada no ha estado exenta de polémicas producto de la politiquería, no obstante, este primer ejercicio democrático en torno al Poder Judicial deja muchas lecciones, perspectivas y prospectivas que pueden transformar la vida democrática del país en los años siguientes.
Las candidaturas
La renovación del Poder Judicial a través del voto popular ha introducido una nueva dinámica dentro y fuera de dicho poder, generando un amplio debate y el nacimiento de nuevos actores que en otro tiempo se encontraban a la sombra. La implementación de campañas electorales para la renovación de los cargos de personas juzgadoras ha roto la brecha institucional que existía entre el Poder Judicial y la población, lo que ha llevado a muchos servidores públicos de dicha institución a percibir el sentimiento que hay en las calles con relación a la administración y procuración de justicia.
Si bien es cierto que muchas personas involucradas en el Poder Judicial han manifestado su rechazo a tal reforma, también es cierto que otros tantos han reconocido que el Poder Judicial se encontraba distanciado, viciado y enrolado en una espiral de intereses que desembocaron en dicha reforma.
Al hablar con diferentes candidatos y candidatas a juzgados y magistraturas, la experiencia contada transitó desde el tener que aceptar una nueva realidad en cuanto a la promoción profesional, pero también el enfrentarse al territorio y a la comunicación. Al recabar experiencias se encontraron con la necesidad de la población por acceder a la justicia, por lo que no pocos, sabiendo que, a diferencia de una campaña regular donde se pueden hacer promesas, en este caso podría bastar con instruir a la gente en relación a sus derechos y los procesos para acceder a la justicia.
En cuanto al territorio y la comunicación, hay que reconocer fallas que tienen origen en las reglas estipuladas para la elección, restringir mucho el tiempo y el espacio para poder difundir sus candidaturas. Por ejemplo, el impedimento de hacer mítines y reducir la comunicación a redes sociales y volantes limitó la capacidad de llegar a más personas para explicar sus respectivas plataformas y el volanteo pudo significar una sobrecarga de información gráfica para el público. También se abrió la puerta a que personas dedicadas al comercio de estructuras electorales amagaran o acosaran a los aspirantes, que en muchos casos fueron enviados a contender a distritos que no corresponden a su lugar de residencia, complicando aún más su participación en la campaña.
Entre las candidaturas se pudo observar la participación de actores provenientes de diferentes espacios relacionados con el ámbito público. Por un lado, servidores públicos dentro del poder judicial, como oficiales, secretarios/as e incluso personas que ya se encontraban en funciones de jueces o magistrados. También acudieron a la convocatoria personas que han transitado en el servicio público en ámbitos de procuradurías/fiscalías, derechos humanos y gobiernos estatales y municipales, de igual forma personajes vinculados a la vida partidista, litigantes, activistas de organizaciones de la sociedad civil y un número nada despreciable de participantes de la vida académica. A todos ellos, respeto y reconocimiento por participar en el inicio de esta transformación histórica.
La difusión
Como se ha mencionado con anterioridad, la difusión en campo resultó un tanto precaria y el esfuerzo en redes sociales apenas alcanzó a algunas personas, si acaso están más familiarizados con el algoritmo. En contraste, una excelente herramienta que merece más atención y difusión es la plataforma “Conóceles”, la cual alcanzó, según datos del INE, 25 millones de visitas. La plataforma ha desglosado la información por segmentos de género, cargo, poder que postula o servidores en funciones, nombre, entidad federativa y sección electoral, además de cargar con las fichas curriculares de las personas candidatas. Un recurso extraordinario ha sido el simulador electoral que el INE dispuso en la plataforma “Practica tu voto”, un recurso muy útil para gestionar las boletas electorales que, a diferencia de las boletas tradicionales, al principio generaron algo de confusión por la cantidad de cargos a elegir y la diferencia de formatos en cada nivel del Poder Judicial. Si más adelante se conjugan las plataformas “Conóceles”, “Practica tu Voto” y la aplicación de “Apoyo Ciudadano”, podríamos estar llevando el ejercicio democrático a nuevo nivel, de vanguardia, ajustado a la era digital.
Los partidos políticos
A pesar de tratarse de una elección no partidista, la injerencia de los partidos políticos se percibe en menor o mayor medida en este primer ejercicio. En algunos casos es posible observar la movilización de estructuras que, no haciendo alusión a un partido, en el territorio se conoce quiénes son sus operadores, lo que podría generar desconfianza en el proceso. También, en otros casos, el mal uso de la prerrogativa de la libertad de expresión desde la tribuna partidista para llamar a la inmovilización electoral supone una contradicción a los principios democráticos y una violación a los derechos político-electorales de las bases militantes y simpatizantes de dichos partidos, situación que no tuvo mayor atención por parte de la autoridad electoral, pero que merecía al menos un apercibimiento.
Otro aspecto a destacar en la elección judicial y que podría tener impactos colaterales en las elecciones a los poderes ejecutivos y legislativos es cómo la ciudadanía se va entrenando cada vez más en el análisis de las y los candidatos, lo que podría suponer una presión no existente hasta entonces, salvo en elecciones locales muy definidas, sobre los partidos políticos. Una narrativa que se ha extendido mucho en la discusión pública es la grata sorpresa de que un candidato a la Suprema Corte de Justicia de la Nación lograra más votos en una elección nueva y con 13% de participación, que el anquilosado partido centenario (PRI) en la elección general de 2024 con una participación de casi 61%. Incluso, muchas personas candidatas a jueces a nivel local han logrado más votos que los partidos medianos o chicos, por lo que la elección judicial puede empoderar más el voto ciudadano frente a los partidos políticos si se le da seguimiento a esta nueva cultura democrática enfocada en el perfil que se postula.
La oposición
La oposición es una vez más la gran perdedora en la arena electoral, comenzando por el llamado a las urnas vacías que es abiertamente una violación a los derechos político-electorales del pueblo de México, lo que a su vez los colocó en su propia tarima de escarnio al exhibir la contradicción de llamar “dictadura” al ejercicio pleno de la voluntad popular en la elección de los tres Poderes de la Unión. La paupérrima movilización contra la elección el día de la jornada electoral también mostró su desgaste, cada vez menos capaz de atraer simpatizantes. La auto ridiculización llegó al momento de expresar no sentirse representados en los resultados de la elección, habiendo decidido no participar de ella, incluso a sabiendas de que muchas candidaturas emanaron de partidos o simpatías de oposición. Lo peor de la oposición se manifestó al saber que la SCJN será presidida por Hugo Aguilar Ortiz, abogado de origen mixteco; la batería de mensajes discriminatorios en su contra ha expuesto la naturaleza racista y clasista de una oposición cuyo lenguaje es el rencor, el desprecio y la arrogancia, alejándose cada vez más de la mayoría del pueblo mexicano.
El electorado
Cada mexicana y mexicano que salieron a las urnas el 1 de junio han escrito un nuevo capítulo en la historia de México y han abrazado como suya la transformación del Poder Judicial. Jóvenes, adultos, adultos mayores, todos en una fiesta democrática inusual, con entusiasmo, expectativas y en algunos casos nerviosismo en el sentido del temor a equivocarse en la boleta, dejando ver lo mucho que se toman en serio el valor de su voto. “Hay que seguir promoviendo estos ejercicios” se dicen unos a otros en la fila, otros reconocen que apenas habían buscado información sobre las candidaturas, otros confiesan sentirse abrumados por la cantidad de cargos para elegir, pero dispuestos a cumplir con su deber cívico. Así, cerca de 13 millones de personas emitieron más de 116 millones de votos para elegir a la nueva generación de ministros, magistrados y jueces; los primeros 13 millones que con su voto han escrito la nueva historia de México, 13 millones que habrán de contagiar a otros más, porque es su derecho, porque es su deber con la patria, porque es su legado, porque la historia es nuestra y la hacen los pueblos.