Hace unos días tuve oportunidad de entrevistar para “El Ciudadano México” a la periodista Inna Afinogenova. Inna, durante años, fue el rostro protagónico que dio apertura a RT con las audiencias latinoamericanas. Actualmente Inna es la conductora principal, junto con el ex vicepresidente de España Pablo Iglesias, del medio de comunicación “Canal Red”. Medio fundado por Pablo Iglesias en búsqueda de crear una alternativa informática y narrativa desde una visión progresista.
En la entrevista con Inna hablamos centralmente de la importancia de que existan medios de comunicación alternativos –ajenos a las estructuras de los medios públicos- que mediante periodismo riguroso, acompañen la consolidación retórica y coadyuven a la contranarrativa que ordinariamente los poderes fácticos suelen desatar en contra de los gobiernos progresistas.
Es una constante, particularmente en el continente americano, que los grandes capitales tengan su vocería en los grandes medios de comunicación convencionales. Diáfanamente en México, por ejemplo, magnates son dueños de las televisoras que han informado históricamente a la sociedad mexicana; así como de los periódicos consolidados, cuya falsa imparcialidad, cimbra terremotos de incertidumbre en la opinión publica respecto a temas políticos.
El presidente López Obrador puso en marcha un modelo comunicativo, para ganar la agenda y encabezar el debate, desde que fue jefe de gobierno del extinto Distrito Federal. Ese mismo acto –llamado comúnmente conferencia mañanera- ha sido el pilar de su gobierno; pues en tiempos de guerras judiciales y mediáticas, la acción de comunicar el gobierno es tan importante como el acto de gobierno mismo.
Dentro de la conversación con la periodista Inna, sugerí que el éxito de las conferencias de prensa de AMLO se debía fundamentalmente al liderazgo carismático que recae en su personalidad, o como lo describiría Cosío Villegas: “el estilo personal de gobernar”. Puesto que en la forma de ser de López Obrador, nace su forma de comunicar.
Podría ejemplificarse de muchas maneras: Pensemos en una pregunta de meses atrás, donde un reportero le interroga sobre política exterior y la relación diplomática del gobierno mexicano con el estadounidense; el presidente, para reforzar su respuesta respecto a la soberanía nacional, pide a Jesús Ramírez que proyecte en la pantalla el tema “Somos Más Americanos” de los Tigres del Norte.
La mañanera es también eso; simbolismo mexicano. No es sólo periodismo en sí mismo. Es incluso pedagogía popular.
La forma personal de comunicar del presidente AMLO, posibilitó que no se necesitara ninguna otra herramienta para contrarrestar las fake news y calumnias impuestas desde los grandes medios convencionales. Fue la mañanera no sólo el gran acto de comunicación, sino, el gran acto de gobierno. Desafortunadamente no concibo la mañanera como un ejercicio imitable en cuanto al éxito obtenido.
Pienso que es acertada la decisión de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo de continuar con las conferencias matutinas y de esa forma ganar la agenda, anticiparse al debate público. De igual forma vislumbro que por sí sola, la conferencia matutina no será suficiente para hacer frente a las guerras mediáticas, que desde ya –como es el caso de la reforma judicial- se están personificando en contra de la presidenta Sheinbaum.
Los gobiernos progresistas deben de allanar el camino para que se cimienten medios alternativos –con rigor periodístico- que puedan entrar en disputa de las guerras mediáticas.
Un concepto similar a latinus o atypical; pero con visión progresista. Aquella línea editorial que sí privilegie la verdad y el rigor periodístico en la información difundida. Pero no desde una falsa imparcialidad. Un periodismo transformador, que se identifique con los valores del proceso histórico que se ha emprendido en México desde el 2018.
Ahí está el ejemplo de Canal Red. El ejemplo de Inna y de Pablo Iglesias.