Madres buscadoras: la lucha y la protesta

En México, al igual que en otros países de América Latina, la maternidad está impregnada de un profundo misticismo arraigado en la conexión entre la madre y la naturaleza de la creación y la vida. Las madres ocupan un lugar sagrado y venerado, consideradas las pilares de la familia y de las sociedades. Por ello, hemos destinado un día especial para celebrarlas, honrarlas y reconocer su complimiento a esa exigencia del amor incondicional, sacrificio y dedicación completa hacia sus hijas e hijos.

Sin embargo, no todas las madres pueden festejar este día con sus hijos e hijas, pues en sus hogares y en sus mesas hay un lugar vacío y un dolor profundo, resultado de la violencia y la desaparición. 

Desde el 10 de mayo del 2019, en la Ciudad de México se lleva a cabo la Marcha Nacional de las Madres Buscadoras, una iniciativa de madres y familiares de personas desaparecidas de todo México. Esta acción nos permite ver que el Día de las Madres es un recordatorio de la ausencia, pero también una forma de visibilizar que ese sufrimiento impulsa una lucha incansable en la búsqueda, la localización, la verdad, la memora y la justicia.

En este contexto de históricas y graves desapariciones, las madres han desempeñado un papel fundamental en la acción de búsqueda, la resistencia y la solidaridad. A pesar de los obstáculos, la impunidad y la negligencia de las autoridades en todo el país, ellas se convierten en activistas, defensoras de derechos humanos, expertas buscadoras e incluso investigadoras que subsanan la falta de respuestas institucionales para localizar a sus hijas e hijos.

Con la organización y la movilización de estas mujeres por encontrar a las personas desaparecidas, la maternidad se convierte en un estandarte de justicia y un poderoso motor de lucha social y transformación política. A diferencia de la crítica que algunos grupos feministas hegemónicos hacen sobre la reproducción de los roles tradicionales de la maternidad, creo profundamente que estos movimientos desafían las normas del patriarcado.

A pesar de las dificultades estructurales de violencia y las desigualdades de género, las madres buscadoras resignifican la maternidad como una categoría política y colectiva que rompe el esquema de que las mujeres deben limitarse al ámbito doméstico y privado, donde no pueden participar públicamente ni en las decisiones políticas. La maternidad se transforma en su herramienta de empoderamiento y de reivindicación de los derechos.

Ellas se enfrentan públicamente a la injusticia, permitiendo romper el silencio y denunciar esta crisis humanitaria. Las madres buscadoras encuentran su fuerza en la comunidad y mantienen viva la esperanza de encontrar a sus seres queridos. Además, desafían las estructuras de poder y preservan su agencia como mujeres y como madres que en su lucha buscan no solo la justicia individual para sus hijos e hijas, sino también la construcción de una sociedad más justa y menos violenta, donde la reparación signifique la no repetición y que ninguna otra persona desaparezca en este país.

En la perseverante búsqueda de sus seres amados, las madres buscadoras nos recuerdan que el amor es una fuerza imparable de justicia y esperanza. Su valentía y determinación merecen nuestro apoyo y solidaridad en esta lucha por la verdad y la dignidad de quienes hoy nos hacen falta. 

Con las madres buscadoras… ¡HASTA ENCONTRARLES!