El 07 de julio de 2025, Benjamín Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel, arribó a Washington D.C. con el objetivo de mantener una serie de conversaciones con Donald Trump. Desde el 20 de enero de 2025, fecha en la que Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, Netanyahu ha realizado tres visitas a Estados Unidos. Estas reuniones representan un encuentro entre dos jefes de gobierno adscritos a la extrema derecha mundial y que comparten objetivos geoestratégicos en Medio Oriente. Es claro que, aún cuando Netanyahu mantiene una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, Estados Unidos no realizará ninguna labor para colaborar con la captura. Tanto Estados Unidos como Israel son Estados que han desestimado a la Corte respecto a las acusaciones en contra de Netanyahu y el exministro de defensa Yoav Gallant. Es importante señalar que la visita de Netanyahu se realiza en un contexto marcado por la crisis política de larga data en Israel, caracterizada por la creación de un bloque de ultraderecha, la denuncia internacional de acusación contra Netanyahu y las acusaciones internas definidas por los altos niveles de participación en esquemas de corrupción por parte del político israelí.
A grandes rasgos, el sistema político israelí presenta dos características en la actualidad. En primer lugar, es posible notar una derechización del sistema completo a lo largo de los últimos treinta años, e inclusive podríamos apuntar a una ultra-derechización precoz ligada a las victorias electorales de Benjamín Netanyahu en 1996 y de Ariel Sharon en 2001, ambos miembros del Likud. Estas victorias han sido acompañadas de una mayor presencia de partidos de derecha y ultraderecha al interior del Knesset (órgano parlamentario unicameral israelí), así como de la derechización de aquellos partidos políticos orientados a la centro-derecha. Aunque en la actualidad estamos presenciando un proceso de derechización generalizado de la sociedad, es posible señalar que Israel sufrió una derechización de la sociedad y radicalización de la derecha tradicional de forma prematura.
En segundo lugar, es posible señalar que el sistema político de Israel se encuentra en crisis desde marzo de 2019. Esta crisis política derivó en la realización de cinco jornadas electorales en un período comprendido entre 2019 y 2022, teniendo lugar elecciones en abril de 2019, septiembre de 2019, marzo de 2020, marzo de 2021 y noviembre de 2022. Estos procesos electorales resultaron en la rotación de tres primeros ministros en un período de cuatro años: Benjamin Netanyahu, quien ocupó el cargo en cuatro ocasiones, Naftali Bennett y Yair Lapid. Los comicios de 2019 y 2020 estuvieron caracterizados por la imposibilidad de formar gobierno y por un escenario definido por el empate político entre las organizaciones lideradas por Netanyahu (Likud) y Lapid (Yesh Atid). En la elección de 2021, Naftali Bennett, miembro de la coalición de extrema derecha Yamina (que incluía a Tkuma, HaYamin HaHadash y a HaBait HaYehudí, tres partidos representantes del sionismo religioso y el nacionalismo étnico), logró formar gobierno a través de una coalición que se generó mediante una alianza entre Yamina y partidos políticos pertenecientes a todo el espectro político israelí: incluidos miembros de Ra’am (la Lista Árabe Unida), el Meretz (sionismo socialista), Tikva Hadasha (liberalismo), Israel Beitenu (nacionalismo laico), HaAvoda (socialdemocracia), Kahol Lavan (liberalismo) y Yesh Atid (sionismo liberal y anticlericalismo). Esta victoria era frágil, ya que incluía a movimientos de extrema derecha con miembros del arco de izquierda israelí aglutinados para evitar la victoria de Benjamin Netanyahu. Además, esta alianza se logró con el acuerdo de rotación del cargo de Primer Ministro con Lapid, que otorgó 17 votos por parte de Yesh Atid (poco menos de un tercio de los necesarios). El gobierno que tuvo lugar entre 2021 y noviembre de 2022 estuvo caracterizado por una asincronía de las fuerzas en gobierno, múltiples deserciones y la rápida necesidad de convocar a un nuevo proceso electoral.
El 01 de noviembre de 2022, Israel celebró elecciones para la conformación de la vigésima quinta Knesset, misma que se encuentra vigente y que tendrá un período contemplado hasta 2026, cuando se tendrá que llamar a elecciones de nueva cuenta antes de octubre. En las elecciones de 2022, Likud logró la victoria a través de la conformación de una alianza con partidos políticos de extrema derecha. A diferencia de la alianza de gobierno de 2021, Likud goza de cercanía con las fuerzas políticas del arco de extrema derecha, y la alianza no presenta contradicciones irresolubles. La alianza que actualmente gobierna Israel está conformada por Likud (32 escaños), la Asociación Internacional de los Sefardíes Observantes de la Torá o Shas (11 escaños), Otzma Yehudit (18) (7 escaños), Yahadut HaTorah (19) (7 escaños), Tkuma (6 escaños) y Tikva Hadasha (4 escaños). Esta alianza logra concentrar 67 de los 120 escaños de la Knesset, formando un gobierno dirigido por Benjamin Netanyahu.
Alain Dieckhoff (2023) ha señalado que, aunque este último proceso electoral confirma el avance del sector ultraortodoxo en la política israelí de la mano de partidos como Shas y Yahadut HaTorah, la verdadera novedad en el espectro político es el avance del sionismo religioso representado por Tkuma y Otzma Yehudit. Estos últimos dos partidos lograron sus máximos históricos de representación parlamentaria en la elección de 2022. La conformación de un gobierno de extrema derecha en Israel ha propiciado la entrega de carteras fundamentales a miembros del sionismo religioso, como Itamar Ben Gvir, miembro de Otzma Yehudit y ministro de Seguridad Nacional, quien está adscrito al kahanismo y ha incitado la militarización de los colonos de Cisjordania; así como de Bezalel Smotrich, miembro de Tkuma, quien fue ministro de Transporte entre 2019 y 2020 y es ministro de Finanzas desde 2022. Smotrich ha colaborado con la política de expansión de asentamientos en Cisjordania. Algunos otros miembros de la extrema derecha en el gobierno actual de Israel son Yitzhak Wasserlauf (miembro de Otzma Yehudit y Ministro de Resiliencia Nacional), Avi Dichter (miembro de Likud y Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural), Orit Malka Strook (miembro del partido de extrema derecha HaBait HaYehudí y Ministra de Asentamientos y Misiones Nacionales), Amihai Ben-Eliyahu (miembro del partido de extrema derecha Otzma Yehudit y Ministro de Patrimonio, famoso por sugerir el uso de armas nucleares sobre la Franja de Gaza), entre otros.
La séptima administración de Benjamín Netanyahu (Netanyahu ha sido Primer Ministro de Israel en siete ocasiones, organizadas en tres ciclos: a) Primer Ciclo: 1) 1996-1999; b) Segundo Ciclo: 2) 2009-2013, 3) 2013-2015, 4) 2015-2019, 5) 2019-2020, 6) 2020-2021; y c) Tercer Ciclo: 7) 2022-actualidad) ha estado definida por la campaña genocida de Israel en contra del territorio y la población palestina, pero también por numerosos escándalos de corrupción y por la violación de leyes a nivel nacional e internacional por parte del Primer Ministro. A nivel internacional, Netanyahu presenta una orden de arresto emitida el 21 de noviembre de 2024 por la Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra (específicamente uso de la inanición como método de guerra y ataques intencionales contra población civil) y crímenes contra la humanidad (específicamente asesinato, persecución y otros actos inhumanos). Junto a Netanyahu, Yoav Gallant, Ministro de Defensa de Israel entre diciembre de 2022 y noviembre de 2024, también fue acreedor de una orden de arresto internacional por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El comandante de Hamas, Mohammed Diab Ibrahim al-Masri (presuntamente asesinado el 13 de julio de 2024 en el campamento de refugiados Al-Mawasi), también fue acreedor a una orden de arresto en esta misma fecha (orden emitida debido a la nula confirmación de su muerte). El gobierno de Israel ha presentado impugnaciones desconociendo el Estatuto de Roma y ha desestimado la competencia de la Corte sobre los nacionales israelíes, mismas que han sido rechazadas por unanimidad por los magistrados de la Corte Penal Internacional.
A nivel nacional, el gobierno de Benjamin Netanyahu ha estado marcado por tres procesos judiciales que el Primer Ministro arrastra desde la década pasada.
Además de estos tres procesos judiciales en los que Netanyahu se encuentra ligado directamente, existen tres procesos mediáticos y legales más en los cuales se encuentra indirectamente vinculado:
En conclusión, la visita de Benjamin Netanyahu a Washington D.C. para reunirse con Donald Trump representa mucho más que un encuentro diplomático: evidencia la consolidación de una alianza ideológica entre dos liderazgos de extrema derecha que comparten una agenda internacional común, marcada por el autoritarismo, el desdén hacia las instituciones multilaterales y la instrumentalización de la política de seguridad. Esta reunión se da en un contexto en el que Netanyahu enfrenta no solo una orden de arresto internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad, sino también una profunda crisis política interna, múltiples procesos judiciales por corrupción y una creciente concentración de poder mediante alianzas con partidos de extrema derecha religiosa y nacionalista. Su relación con Trump subraya el aislamiento selectivo de ciertos líderes frente al derecho internacional, así como la normalización de su figura en el escenario global a pesar de las múltiples denuncias que lo rodean.