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  • 07 Jul 2025
  • 17:07
  • SPR Informa 6 min

Plan México: salud y soberanía tecnológica

Plan México: salud y soberanía tecnológica

Por Juan Manuel Lira

El pasado 3 de julio, en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, se hizo un anuncio importante para la salud pública en nuestro país. Cuatro empresas mexicanas se comprometieron a invertir más de 16 mil millones de pesos para fortalecer el sistema de salud. Pero no se trata solo de dinero. Lo importante es hacia dónde se dirige esa inversión: laboratorios, plantas de medicamentos, tecnología para tratar el cáncer, producción de plasma y fabricación nacional de sustancias que antes solo se importaban.

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Durante muchos años, México ha dependido del extranjero para tener acceso a medicinas y materiales de salud. Esta dependencia se agravó con la pandemia. Entonces aprendimos, de la manera más dura, que no podemos quedarnos esperando a que otros países nos vendan lo que necesitamos para cuidar a nuestra población. El anuncio que hizo el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard busca corregir justamente eso: que seamos capaces de producir lo que necesitamos, en nuestro territorio, con manos mexicanas.

La empresa Kener construirá un centro único en América Latina para producir terapias que ayudan a pacientes con ciertos tipos de cáncer. También ampliará su capacidad para fabricar medicamentos y ofrecer servicios hospitalarios. GenBio levantará la primera planta en México que aprovecha el plasma humano —un componente de la sangre— para crear tratamientos para personas con hemofilia o defensas bajas. Neolpharma apostará por medicinas llamadas biotecnológicas, que suelen ser muy costosas y difíciles de conseguir. Y Neolsym fabricará sustancias que hoy importamos casi por completo y que son esenciales para producir medicinas.

¿Qué significa esto para las familias mexicanas, para los trabajadores del sector salud? Que, si este plan se implementa bien, podrá haber medicinas de mejor calidad, a menor costo y con menor dependencia del exterior. Pero también significa empleos, centros de investigación, tecnología y el fortalecimiento de un sector del sistema de salud.

Este anuncio también muestra un cambio importante en la forma de ver la relación entre el gobierno y las empresas. En el pasado reciente, hubo desconfianza —con razones válidas— hacia los negocios privados en el sector salud. Se cancelaron contratos abusivos, se combatió la corrupción, y se intentó fortalecer al Estado. Hoy, sin abandonar esa vigilancia, el gobierno está trazando una nueva ruta: trabajar con empresas privadas mexicanas que estén dispuestas a invertir en beneficio del país, no solo en su propia ganancia.

Eso sí, este cambio debe ir acompañado de reglas claras. No se trata de volver a los viejos esquemas donde algunos hacían negocio con el dolor ajeno. Se trata de sumar esfuerzos, con supervisión, transparencia y compromiso con la gente. Las empresas que anunciaron sus inversiones deben rendir cuentas y demostrar que están a la altura de este momento histórico.

También hay que mirar más allá de nuestras fronteras. Ante la pregunta de si un nuevo plan fiscal propuesto por Donald Trump en Estados Unidos podría afectar al llamado "Nearshoring" en salud, es decir, el traslado de fábricas e inversiones de otros países hacia México, el secretario de Economía respondió que no. Explicó que México sigue siendo muy atractivo para las empresas por su ubicación, su mano de obra y los acuerdos comerciales que se tienen. 

Pero esa ventaja hay que cuidarla, aprovecharla, convertirla en empleos, innovación, educación, seguridad y salud. Porque el capital puede moverse rápido, pero el bienestar de la población se construye despacio, con planeación, continuidad y decisiones bien pensadas.

El Plan México, del que forma parte este impulso a la salud, no es solo una estrategia económica. Es una oportunidad para que el país deje de ser espectador y se convierta en protagonista de su propio desarrollo. No podemos conformarnos con importar ideas, medicinas y soluciones. Tenemos que construir las nuestras, desde lo público, con apoyo privado, pero siempre con la salud de las personas al centro.

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Hoy se dio un paso en la dirección correcta. Pero como en todo lo que importa, lo más difícil empieza ahora: convertir las promesas en hechos, los anuncios en resultados, y las inversiones en bienestar. La salud no es un negocio, es un derecho. Y construir un sistema de salud fuerte, digno y soberano es una de las mejores formas de honrarlo.