“La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
El 11 de septiembre queda marcado en la gran maestra que es la historia como el día que el Senado de la República cumplió un mandato popular de más de 35 millones que expresaron [conscientemente] en las urnas el deseo por reformar al Poder Judicial. Se logró lo que parecía casi imposible, el Plan C.
51 años después, y en otra latitud del planeta, las palabras de Salvador Allende, en su último discurso transmitido en Radio Magallanes hicieron eco, y sí, abrimos las grandes alamedas por las que pasa el hombre [y la mujer] libre para construir una sociedad mejor. Una sociedad propia en la que el pueblo es quien tiene el poder de decidir su destino.
La jornada estuvo atravesada por múltiples protestas, tanto a favor como en contra, siendo estas últimas las que se caracterizaron por la violencia, la virulencia y la desesperación. No obstante, y pese al show mediático orquestado desde las mazmorras del corazón del Poder Judicial, con 86 votos a favor y 41 en contra, la Reforma pasó. El Plan C propuesto por el presidente López Obrador resultó, la gente respondió en las urnas, y los legisladores en las Cámaras.
Pero, ¿cómo llegamos a la aprobación de la más importante reforma del México contemporáneo?, ¿en qué momento la Cuarta Transformación tomó como plataforma la regeneración del sistema de impartición de justicia?
¿En qué momento una reforma electoral [que era el verdadero Plan A] se convirtió en una reformulación del sistema de justicia?
Vayamos dos años atrás para entender qué pasó.
Y así nació el Plan C.
Resulta una ironía que la reforma más importante, y que no estaba contemplada en 2018, provino por el actuar injusto de un Poder que vela por la justicia. Un Poder que demostró, con acciones y hechos, que para un cambio verdadero no sólo se requiere luchar con la corrupción en el Poder Ejecutivo y el Legislativo, también es necesario el Poder Judicial.
El Plan C se logró, la historia, en efecto, es nuestra, y la está escribiendo el pueblo de México. A disfrutar lo votado….
Post scriptum
Cuando se acaban los argumentos llega el odio, la violencia, las injurias y la desesperación. La violencia que hoy muestra una oposición que no reconoce que es tiempo de las y los mexicanos de a pie no es cosa menor. Pese a ello, no somos iguales. De nuestro lado de la historia siempre hemos respondido con mesura y paciencia. La justicia tarde que temprano llega. Y miren que nos ha costado. Y miren que está llegando.