En la jornada electoral federal del 2 de junio de 2024 la victoria para la alianza de partidos que propuso la continuidad de la Cuarta Transformación fue tan contundente como brutal la derrota de la alianza opositora que tuvo su peor desempeño en muchos años.
Claudia Sheinbaum arrasó en la elección para la Presidencia de la República: obtuvo 36 millones de votos, casi el 60 por ciento del total de sufragios, con una participación cercana al 61 por ciento de los electores. La coalición “Sigamos Haciendo Historia” de Morena-PT-Verde ganó la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y en el Senado se quedó a tres escaños para tener los 85 senadores necesarios para el control mayoritario de la Cámara Alta.
En las contiendas estatales, el partido gobernante también arrasó: retuvo la Ciudad de México, con Clara Brugada al frente y recuperó las alcaldías perdidas ante el PAN y PRI; triunfó en 9 de las 13 entidades donde se eligieron gobernadores, dio la gran sorpresa con la victoria en Yucatán; ganó 2 a 1 en Veracruz; aventajó con casi 80 por ciento de los votos en Tabasco y Chiapas; triunfó en Morelos y Puebla.
La lectura de esos comicios, ocurridos tan sólo hace un año, reflejaron también el tamaño del triunfo para Andrés Manuel López Obrador quien después de un sexenio de tensión extrema venció en las urnas a todo el ecosistema de medios-partidos-intelectuales de la derecha; garantizó la continuidad de la Cuarta Transformación, algo que no pudo lograr ni siquiera el General Lázaro Cárdenas en 1940; y demostró que el “Plan C”, propuesto en febrero de 2024, tenía amplias posibilidades de cumplirse.
El auténtico “veneno” para los sectores resistentes a la Cuarta Transformación era justamente el Plan C, que planteaba reformas de fondo para eliminar y transformar organismos autónomos como el INAI, la Cofece, el IFETEL y, sobre todo, la refundación del Poder Judicial, a partir del voto libre y directo.
Un año después, este domingo 1 de junio, la derecha volvió a subestimar y a leer mal los resultados de la jornada de hace un año para renovar el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo y, en especial, está leyendo mal los resultados de la primera elección con voto popular y directo para la mitad de los cargos de ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial de la Federación.
La lectura es tan limitada que los dirigentes del PRI y del PAN plantearon que solicitarán la anulación de las elecciones judiciales, por el bajo porcentaje de participación del padrón. ¿Se darán cuenta de su absurda contradicción: si algún aparato político le apostó a la abstención y al “no voto” fueron precisamente ellos? ¿Estarán dispuestos Alito Moreno y Jorge Romero a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación analice los alcances de su llamado al boicot de los comicios judiciales?
La ira es una mala consejera. Enceguece a quien la padece. Elimina la capacidad de admitir la realidad. Subestima a los adversarios a partir de una supuesta superioridad que se ha ido desvaneciendo con la irrupción de los ciudadanos y del pueblo, en general, en las grandes decisiones de la transformación de la República. La derecha no sólo está moralmente derrotada. Está políticamente pulverizada, aunque cuente con un buen ejército de comunicadores, comentaristas, “analistas” y columnistas que ejercen el viejo fenómeno de la autorreferencialidad.
No ven al pueblo. No escuchan a sus audiencias. Están en una etapa de negación permanente y, como la fábula del rey que anda desnudo, no se han dado cuenta que ya no tienen ni corona, ni cetro, ni mando, sólo un pequeño grupo de cortesanos que se hablan entre sí.
La elección del Poder Judicial de este 1 de junio de 2025 marca un parteaguas por razones que se han querido negar o minimizar. Un mínimo balance de estas razones importantes es el siguiente:
¿Acaso creen que mantener a la actual Suprema Corte de Justicia es algo que tendrá apoyo popular después del comportamiento sectario, golpista y tramposo de la ministra presidenta Norma Piña, de los ministros que protegen con amparos al deudor fiscal más escandaloso de todos los tiempos (Ricardo Salinas Pliego) y del aparato burocrático administrativo de la Corte que tiene nexos con el narco policía Genaro García Luna?
¿Acaso piensan que los ciudadanos van a salir a defender a jueces y magistrados de circuito que han otorgado 160 liberaciones y amparos a personajes del crimen organizado?
¿Acaso se imaginaron que el 60 por ciento de las plazas del Poder Judicial se mantendrán inamovibles entre escándalos de nepotismo, tráfico de influencias, privilegios y altos ingresos con escasos resultados para la población de a pie?
La jornada de este 1° de junio también fue un fracaso para las fuerzas del hampa política y criminal que se mueven en la oscuridad. Que intentaron descarrilar el proceso alentando a dirigentes de la CNTE a boicotear las elecciones. Que quisieron sembrar la duda con acciones de violencia política. Que tienen un espíritu golpista y delahuertista evidente.
La historia a veces puede repetirse como tragedia, primero, y luego, como comedia. La de junio de 2025 es la continuación de una historia que aún falta por terminar de escribirse y que comenzó con el voto de millones de mexicanos el 2 de junio de 2024.