La nueva – y feminista – Iztapalapa

No hace falta hacer mucho esfuerzo para recordar que hace algunos años, una de las alcaldías más olvidadas de la Ciudad de México era Iztapalapa. Seguramente, coincidiremos en recordarla gris, insegura e incluso, muy lejana de nuestro día a día. 

Los gobiernos anteriores no se preocuparon ni mostraron un compromiso por elevar no solo su desarrollo económico, sino también su desarrollo social para ofrecerle a sus habitantes mejores condiciones de vida.

Por suerte, hoy la situación de Iztapalapa es completamente diferente y desde 2018, es notable su transformación. Sus bardas y azoteas se llenaron de color gracias al programa Iztapalapa Mural, que es el proyecto de muralismo más grande no solo de Latinoamérica, sino del mundo. Asimismo, fue en Iztapalapa en donde se inauguró el primer Sendero Seguro, que son tramos de calles que fueron intervenidos con mejor iluminación y mayor seguridad para erradicar la violencia contra las mujeres en las calles que transitan, y es la única alcaldía que colocó frases feministas en las luminarias instaladas.

También se recuperaron áreas de encuentro para convertirlas en lo que se conoce como las Utopías, que son lugares que garantizan el derecho a la recreación. Sin contar con incrementos presupuestales, se construyeron 12 en total en las que podemos encontrar desde clases de natación y gimnasia artística, hasta un mariposario y un parque temático de dinosaurios. De esta forma, el gobierno ofrece de forma gratuita el acceso al deporte y a la cultura para toda su población.

Pero eso no es lo único relevante de las Utopías, en ellas también podemos encontrar otros servicios dirigidos principalmente a las cuidadoras de los hogares, como las lavanderías populares. Éstas tienen como objetivo distribuir las labores domésticas e invitar a las mujeres a utilizar el tiempo de lavado en asistir a los diferentes talleres e incluso, a clases de emprendimiento y de formación educativa. 

Esto no sólo visibiliza la ardua y poco reconocida labor de las tareas de cuidado, también significa una vía real para que las mujeres cuidadoras recuperen su propia identidad y se sientan parte de una comunidad que las apoya, pues es verdad que siempre dejan de vivir para ellas mismas y comienzan a existir únicamente para quienes están a su cuidado. El olvido del trabajo de estas mujeres es un problema que a la lucha feminista le ha costado trabajo resolver por la complejidad de las distintas realidades que atraviesa, pero es gran avance ver lo que ha logrado Iztapalapa gracias a una visión del feminismo popular.

Todo lo anterior tiene nombre y apellido: Clara Brugada, alcaldesa de la región desde 2018. Su proyecto de gobierno se ha basado fundamentalmente en entregarle a los y las iztapalapenses la justicia social que el neoliberalismo les había negado. Clara ha demostrado que encontrarse en la periferia no es justificación para abandonar un territorio y mucho menos para no invertir en él, además de ser un ejemplo de que una eficiente administración de recursos es suficiente para realizar obras públicas funcionales e innovadoras que a su vez, transforman vidas. 

Pero sobre todo, debemos reconocer que el firme liderazgo feminista de Brugada ha sido vital para reivindicar a las mujeres que casi nunca protagonizan la lucha por la igualdad y que, sin duda, sus acciones serán una base importante de ahora en adelante para quienes busquen gobernar. 

Desde el feminismo popular y gracias a un proyecto de desarrollo integral, Clara Brugada ha dignificado Iztapalapa. Su trabajo ha demostrado que al priorizar a las y a los pobres al  luchar por garantizar sus derechos, así como brindarles acceso a mayores oportunidades, se presenta la propuesta política más sólida que un gobierno puede ofrecer. Este enfoque es en realidad, el único camino hacia un Estado de bienestar que nos termina beneficiando a todas las personas.