Hace apenas unos meses salió en Netflix la serie documental Nevenka hecha por Maribel Sánchez Maroto y Marisa Lafuente que en tres episodios cuenta la historia de la española Nevenka Fernández, quien después de 20 años hace el relato de cuando denunció a Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada, por acoso sexual. El documental se centra, no tanto en las agresiones sufridas por Nevenka —quien era concejala de Hacienda por el mismo partido—, sino en el enfrentamiento con su agresor y una sociedad sumamente machista que después de juzgarla y revictimizarla volteó la vista cuando se comprobó el abuso.
No es la primera vez que la historia de Nevenka sale a la luz de esta forma tan incisiva y precisa, con esta óptica que hoy llamaríamos de “perspectiva de género”. En 2004 el escritor español Juan José Millás publicó Hay algo que no es como me dicen. Un reportaje espectacular que da seguimiento a toda la historia de Nevenka, a los personajes que la acompañaron solidariamente y a los que emprendieron una persecución para cerrarle el paso a una vida digna o algún resquicio de justicia.
No es spoiler pues basta con un wikipediazo para conocer casi toda la historia, pero después de tres años de juicio, habladurías, persecuciones y exilios, Nevenka ganó el juicio y su agresor, Ismael Álvarez, tuvo que dimitir a su cargo como alcalde del Partido Popular en Ponferrada. Pero la vida es siempre agridulce, y como dice Millás al final de su libro, esta historia “no termina ni bien ni mal, termina regular, como casi todo en la vida”. La dimisión en tono de víctima que hizo Álvarez y los 12 mil euros de indemnización que le dieron a Nevenka no restituyen el dolor y la humillación que sufrió, no reparan el daño psicológico y físico, y no le regresarán sus derechos políticos, aquellos que parece que perdió al momento de denunciar a un cacique machista de su partido. En 2011 Ismael Álvarez regresó a la vida pública como concejal de Ponferrada con un grupo de independientes; por otro lado la carrera política de Nevenka terminó con su denuncia y perdió toda aspiración posible en su búsqueda de justicia ante un misógino poder político. Rompió el pacto y nadie la siguió.
El libro de Millás, a diferencia del documental de ahora no tuvo mucha atención, como la misma historia no traspasó fronteras. Algunos dirán que es porque suena muy español, pero el mismo Millás lo dice en el documental, la historia era importante de contar porque puede que haya más de una Nevenka, seguro las hay, y esta no es la historia de una persona, sino de miles que sin temor a equivocarme habrán tenido que renunciar a sus derechos políticos por situaciones similares e incluso más horrorosas.
En nuestra política mexicana actual basta con abrir un periódico, Twitter o ver cualquier noticiero para encontrar paralelismos con esa política misógina representada por Ismael Álvarez en la historia de Nevenka. Gutiérrez de la Torre, rey de la basura, creó una red de prostitución como líder del PRI en la Ciudad de México y bajo el espíritu misógino y corrupto de la política que no distingue de países ni de colores partidistas, hace apenas unas semanas consiguió otro amparo para no enfrentar a la justicia.
Habría que hacer un análisis a profundidad en nuestros propios entornos de cuántas mujeres habrán tenido que renunciar a un empleo o curso escolar por este tipo de entornos violentos, porque nadie hizo nada. Habría que revisar en nuestra historia política cuántas mujeres habrán tenido que renunciar (o huir) a sus institutos políticos para mantenerse lejos de personajes como Ismael Álvarez.
Una de las promesas que siempre me han parecido más importantes e indispensables del lopezobradorismo y la 4T es sin duda “la regeneración de la vida pública de México”. No sé si todos entendemos lo mismo, pero algo de lo mucho que esa frase puede abarcar y que a mí me interesa en especial es un giro, una “transformación” de nuestra política. Ay, nuestra política mexicana, tantas y tantas veces sobajada a un juego de señoros que al primer saque pierden ideologías, honor, moral y palabra. No digo que todos sean así, claro que hay personajes que se salvan, pero muy pocas casas construidas sobre la arena soportan el embiste de los vientos cenagosos de la política mexicana.
El sexenio de López Obrador no podrá acabar con todos los vicios de la corrupción, pero es importante que empecemos a ponerles nombre a cada uno de ellos, a señalarlos con el dedo al mínimo asomo. Porque la transformación de la vida pública de México no se institucionalizará si no logra primero germinar en nuestras consciencias.