Si a la gran mayoría de las películas de terror de los últimos años les quitáramos los efectos sonoros, probablemente a los espectadores no nos darían miedo. Y es que parece que en este género están sobrevalorados los efectos sonoros y visuales, que se han llegado a convertir en un capricho violento para mostrar la mounstrosidad. Pero esto hace que a algunas personas nos repela este tipo de género, pues parece que en lugar de asistir a una sala de cine, estamos saliendo de la casa del terror.
Pero hay un terror que emane de una violencia que no necesariamente está implicada la agresión física o un mounstruo, y que puede llegar a desencadenar en algo profundamente más violento, con consecuencias mucho más lamentables.
Este es el caso de la película Good boy, un largometraje noruego que se estrenó en 2022 y está dirigido por Viljar Bøe. La película comienza con una escena ya bastante normalizada: Christian, tiene una cita en Tinder con Sigrid. Christian, quien por cierto, es guapo y millonario, pone todo de sí para llegar a tiempo a la cita, se pone un traje y se despide de su mascota, quien tiene la apariencia de un ser humano vestido de perro.
Sigrid llega tarde a la cita, vestida de pants. Pero esto no es inconveniente para que la reunión llegue a buen término y culminen su primera cita durmiendo juntos en casa de él. Sin embargo, el trato de Christian con su “mascota” que para él parece normal, nos empieza a perturbar cuando Sigrid sale asustada y quiere salir huyendo, pero Christian, cortésmente, la lleva en su carro a su departamento.
Cuando Sigrid le cuenta a su mejor amiga quién es, ella se da cuenta que es un multimillonario, así que decide seguir adelante con la relación e ignorar lo extraño de la mascota.
Todo comienza a perturbarse cuando se va de viaje con él y en los primeros momentos, la mascota le dice que deben aliarse para huir. Ahí es donde comienza a construirse el terror para Sigrid. Se trata de un terror, como explica Samantha Schweblin de “ lo no dicho, o de lo construido junto al lector” o en este caso del espectador.
La trama es bastante macabra. La ambición de la mujer va a luchar en contra de una mente lo suficientemente retorcida, al grado de tener un ser humano disfrazado de mascota a quien trata en todo momento como a un perro y que incluso le pide a ella que siempre se dirija a él como a un animal.
Los sucesos suceden claramente desde el inicio, y como en toda relación, hay indicios de lo que está en nuestro interior. En este caso, las piezas están meticulosamente colocadas para arrojarnos hacia el final siniestro.
A pesar de que en el clímax hay violencia física, el terror se encuentra mucho más en la tensión de los personajes que atrapa de inicio a fin.