Conforme se ha desarrollado el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, se ha acelerado la diversificación del uso de divisas distintas al dólar, tanto como unidad de reserva, y más aún, como unidad de cambio en las transacciones internacionales. Y es que las sanciones que han impuesto a Rusia, tanto Estados Unidos como Europa, han alertado al resto de las economías del mundo, sobre todo las integradas en el llamado sur global, de los riesgos de sostener finanzas altamente dolarizadas.
El mayor banco de los Estados Unidos, JP Morgan, ha advertido de la existencia de un claro proceso de desdolarización de la economía global dado que el uso de esta divisa como medio de reserva ha caído en 6 por ciento desde 2015. Esta reducción se profundizó de 2022 a la fecha, reflejándose en que los bancos centrales del mundo diversifiquen su cartera de activos.
El embargo de activos rusos que ha impuesto el Departamento del Tesoro y el Banco Central Europeo han tenido problemas para concretarse en una mayor escala y apenas han llegado al orden de los 300 mil millones de dólares, pero han operado de facto como una espada de Damocles para el dólar norteamericano, cuya credibilidad como moneda de reserva se ha visto mermada como producto del uso militar que le ha dado el gobierno de ese país al uso de instrumentos financieros como el sistema internacional de pagos SWIFT, mismo del que fue expulsado Rusia.
En esa misma tónica, la Comisión Europea se ha declarado preparada para hacer uso de los activos rusos congelados en acciones tendientes a la reconstrucción de Ucrania y ha anunciado que el próximo día 27 de septiembre darán a conocer las medidas que tomará al respecto esta instancia, corriendo así de manera más acelerada hacia la militarización de los instrumentos económicos a nivel internacional y dando fuerza a las voces que reclaman la urgente necesidad de diversificar las divisas e instrumentos de pago y de reserva de valores.
Una de esas opiniones es la del mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha reiterado la necesidad de que los BRICS conciban una moneda común. Esto ocurre mientras Pekín ha estimulado la sustitución del dólar por el yuan en las transacciones transfronterizas que realiza la economía del gigante asiático.
Sin duda alguna, el mundo está viviendo una recomposición geoeconómica de carácter estructural, misma que se ha acelerado de forma contradictoria por las propias decisiones que han tomado Estados Unidos y Europa al militarizar el sistema financiero y los instrumentos de este. El sistema del mundo se enfila a una coexistencia de al menos dos bloques que disputarán, en medio de tensiones constantes, la hegemonía global.