Elección de Estado

El autoengaño de la oposición.

Este domingo 4 de junio se llevaron a cabo las elecciones en dos entidades gobernadas – todavía – por el Partido Revolucionario Institucional: Coahuila y el Estado de México.

Los resultados favorecieron a la candidata de la coalición Morena-PT-Verde Delfina Gómez en el Estado de México y al candidato de PRI, PAN y PRD en Coahuila, Manolo Jiménez.

Uno pensaría que tras perder el Estado de México, uno de sus bastiones más importantes, la entidad más poblada del país, con uno de los presupuestos más grandes, la que gobernaron durante 97 años y de dónde salió su último presidente (Enrique Peña Nieto), los líderes de la oposición tomarían un par de días para hacer un balance sobre la jornada, para analizar el reposicionamiento del mapa político, reflexionar sobre sus fallas e identificar sus aciertos o errores… pero no. La respuesta de los presidentes de PRI, PAN e incluso del PRD (que perdió el registro en ambas entidades) fue echar culpas a diestra y siniestra e incluso, de alguna extraña y retorcida forma, aseguraron que “habían ganado la elección”.

En primera instancia, los que hace unos meses marchaban en supuesta defensa del Instituto Nacional Electoral, de la democracia y del Estado de Derecho, le reclamaron al gobernador mexiquense Alfredo del Mazo “no haberse metido en la elección”, es decir: meter las manos en la jornada democrática, violentar el Estado de Derecho y hacer de los comicios un asunto de Estado.

Al mismo tiempo, aseguraron que, a pesar de que Morena no gobierna – aún – el Estado de México, de que no controla al Instituto Electoral del Estado de México y de que no gestiona los programas sociales de la entidad, de alguna forma la Cuarta Transformación había organizado una “elección de Estado”. Sin pruebas, con inferencias insostenibles y con la férrea decisión de autoengañarse, han impulsado esta narrativa sin descanso.

Sin embargo, la narrativa se desmonta con hechos. Y los hechos revelados por el periodista Zedryk Raziel en el medio “El País”, apuntan a que la coalición PRI-PAN-PRD tuvo “casillas zapato” en el Estado de México y en Coahuila. Es decir, casillas en las que entre el 90 y el 99% de los votos fueron para su candidata, Alejandra del Moral.

En al menos 78 urnas ubicadas en Huixquilucan, el volumen de la votación atípica fue de 30 mil 428 votos para la priísta del Moral y solo mil 233 para la morenista Delfina Gómez.

Esta situación se repitió en municipios como Ecatepec, Chimalhuacán, Texcoco, Naucalpan, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli; en este último, específicamente en la sección 6,195 se registraron más votos de los que eran posibles. Con un total de mil 858 votos registrados cuando ahí sólo podían votar 667 personas. Destaca que, también, mil 680 votos (el 90%) fueron para la candidata priísta.

Este acumulado de irregularidades le valieron varias decenas de miles de votos irregulares a Alejandra del Moral.

A pesar de esta operación de Estado documentada, la coalición del PRI-PAN-PRD solamente ganó 30 de los 125 municipios de la entidad mexiquense, los 95 municipios restantes los ganó la coalición de Morena-PT-Verde.

La voluntad popular de las y los mexiquenses para sacar al PRI del Estado de México se impuso a la voluntad cupular del viejo régimen.