Democracia, Gobierno y Soberanía

En un breve mensaje el ex presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador presento su último trabajo escrito: Grandeza, el libro que había prometido desde el término de su mandato. Cumplió en tiempo y forma.

A la par, un breve comentario suyo fue igualmente trascendente por referirse al momento político actual. Sin drama, conciso en el lenguaje, como siempre lo ha sido, anunció lo que simpatizantes y adversarios de inmediato festejaron y repudiaron respectivamente: el líder social volverá a la calle, a la manifestación, o a participar en movilización social solo y si la democracia, el gobierno actual y la soberanía de nuestro país sufren violación o atentados en su contra, de parte del siempre activo conservadurismo político interno o externo.

La reaparición del político tabasqueño sirve para motivar más aún a una sociedad que desde hace siete años ha crecido políticamente como pocas generaciones mexicanas en la historia.

Hoy en México estamos asistiendo a un proceso profundo de cambios estructurales en la dirección de una diferenciación e integración crecientes. Los múltiples cambios que se presentan en variadas materias están configurando un modelo de relaciones dentro del Estado mexicano que independientemente de la valoración que se le dé confirma un cambio profundo y complejo entre gobierno y sociedad.

Por ello, la defensa de la democracia que se hace es muy pertinente pues ella es la tarea fundamental para entender que su palanca, las elecciones para elegir gobernantes, son una actividad primordial que debe estar protegida por el Estado. Durante décadas los procesos electorales sólo sirvieron para apuntalar carreras burocráticas corruptas e ilegítimas, además de crear gobiernos que quisieron impresionar al mundo con un supuesto modelo democrático.

A diferencia de otros años, los últimos procesos electorales federales y locales han sido ejemplo de libertad ciudadana por la simple y sencilla protección que hace de ellos el gobierno actual.

El peor error de los conservadores y sus aliados externos será el de intentar en los futuros comicios, cualquier tipo de fraude o involucrarse de manera ilegal en los procesos de construcción de candidaturas que violen el secreto y libertad en las elecciones.

Se construyen nuevas y modernas reglas para alcanzar y ejercer el poder en un diferente modelo de país. Se ha respetado tanto el proceso democrático de representación, que por ello los dos últimos gobiernos nacionales han contado con la libre voluntad y apoyo social y político de millones de ciudadanos. 

La defensa de la soberanía e independencia de una nación, además de la salvaguardia y explotación de sus recursos naturales estratégicos, empieza por el respeto y estímulo a la pluralidad interna. Por ejemplo, en siete años las resoluciones del poder legislativo federal no han debilitado al federalismo republicano. De hecho la realidad política nos muestra las limitaciones de algunos gobiernos locales que se resisten al modelo actual.

La política presupuestal y administrativa de favorecer a los grandes estados o a las entidades políticamente poderosas ya no son la norma. En la actualidad no es la economía local ni la magnitud demográfica lo que marcan las decisiones de la política y obra pública. En todos los estados y múltiples municipios se han venido realizando inversiones para construir carreteras, presas, vivienda, obra hidráulica, infraestructura de todo tipo. Revisando el destino del presupuesto federal se comprueba el sentido paritario del mismo.

Hoy día las decisiones del poder legislativo están marcadas por los triunfos  legales del grupo mayoritario. Ese principio no ha pasado por encima del umbral de la representación igualitaria. 

Si la creciente debilidad de los grupos políticos de oposición no se detiene no será responsabilidad del grupo gobernante sino es porque simplemente, los enemigos de la transformación, están cada día más ausentes de la actividad racional de lucha por el poder. Siguen derrumbándose a un estado de inopia que parece agradarles mucho. La derecha conservadora en México vive una crisis profunda.

La reivindicación y apoyo político que se hace a Claudia Sheinbaum es la respuesta más enérgica y rotunda que se puede esperar de un liderazgo que comparte luchas, principios e ideales. El mensaje de AMLO no es un discurso abstracto e imposible de comprender. Es una defensa enérgica a un proyecto de país que va dejando atrás las inmoralidades de todos los pasados gobiernos neoliberales de México y presentes del resto del mundo.