De Polanco a Insurgentes Sur y para el mundo.

Hace días se hizo viral un video de una mujer en Polanco cuestionando que colocaran un nuevo antro, que, a su percepción, atentaba contra la plusvalía de la zona pues el estilo del nuevo establecimiento era algo más ad hoc para Insurgentes Sur. Este bochornoso momento, nos da oportunidad para reflexionar en dónde estamos como sociedad y hasta dónde la famosa polarización ha afectado las entrañas de México. 

Desde que llegó Andrés Manuel López Obrador al gobierno, una minoría de la población repite constantemente que el Presidente ha polarizado a la gente y que por su culpa hay tanto odio entre los mexicanos. La postura de muchas voces, incluyendo la mía, es que esa polarización siempre ha existido, solo que antes, únicamente uno de los polos tenía el micrófono y los reflectores, mientras el otro era minimizado y utilizado únicamente con fines electorales. 

Si la polarización es un fenómeno por el cual la opinión pública se divida en dos extremos opuestos, así como también se refiere a las facciones extremas de un partido político que gana espacio dentro del mismo, y lo aterrizamos al contexto social mexicano, encontraremos más de un ejemplo de discusión social previo a la llegada de AMLO al gobierno. 

Este video viral de Lady Insurgentes Sur es el ejemplo perfecto. Durante años miles de mexicanos han sido discriminados por su forma de vestir o de hablar, incluso teniendo los recursos para pagar la entrada a algún lugar considerado exclusivo, si para alguna persona no estás vestido o hablas como esperan, simplemente no tienes cabida en ese lugar. 

Pero lejos de la frivolidad, esto también ha ocurrido en otros contextos sociales como por ejemplo la vivienda. 

En regiones como la península de Yucatán, se han dado invasiones por parte de empresarios para sacar a las personas de una zona que les interesa convertir en exclusiva. Estas personas, lejos de pensar en pagar la compra de la propiedad conforme a la ley, le pagan a otras personas para que se instalen en una propiedad, digan que es suya, se arme un pleito legal y al final se aprovechen de ejidatarios que no tienen los recursos para contratar mejores abogados que los defiendan hasta de los funcionarios que ya están comprados por una persona que sintió tener más poder para hacerse de una propiedad a la mala.

El falso cuento de la polarización, no es más que un pretexto de una minoría para victimizarse porque por primera vez en años se están dando cuenta que no son más que lo demás. Si en verdad quisieran erradicar la polarización, empezarían por erradicar la desigualdad, que si bien gran parte de la solución está en manos de las nuevas políticas económicas para la distribución de la riqueza y garantizar servicios básicos, la otra parte está en manos de justamente esa minoría empresarial que durante años ha evitado el pago justo a sus trabajadores a través de sombríos esquemas de contratación, evita el pago de impuestos con sofisticados esquemas usando asociaciones civiles y hasta facturas falsas. 

El discurso de la mala polarización, ha sido el “escudo” de personas elitistas para evadir su responsabilidad en la descomposición social para también mantener la bota en la espalda de la clase trabajadora que hoy por hoy está en un proceso de profunda transformación y despertar que va desde Polanco a Insurgentes Sur y dejará huella en todo el mundo.