El 6 de diciembre en Cámara de Diputados y el 14 de diciembre en Cámara de Senadoras —respectivamente— se aprobó después de una larguísima discusión el llamado Plan B de la Reforma Electoral que propuso el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. Los conservadores quisieron celebrar una victoria ficticia y bastante efímera el 6 de diciembre por unas horas en la Cámara Baja; como siempre, intentaron impulsar una narrativa falsa donde le habían ganado la partida al «malévolo Dictador López», pero ya por la noche se vieron arrollados por la ola obradorista que representa en las cámaras quienes ganaron la votación del Plan B de la reforma electoral y los opositores quedaron como farsantes una vez más, también como traidores a la patria, por si quedaba alguna duda.
Se reformaron 5 leyes secundarias en materia electoral y se expidió una nueva, el objetivo fue ponerle un alto a INE con la persecución política a modo, con la censura hacia la ciudadanía ya que lo han hecho pasando por encima de los derechos constitucionales. También se quiere acabar con el dispendio de recurso público en burocracia dorada llena de lujos y de gastos innecesarios. Se elimina con la Reforma la parcial Sala Superior Especializada quien ha sido la encargada de muchos atropellos contra la democracia y contra quienes el INE considera adversarios cuando debería de ser solo el árbitro, se propone también el voto migrante vía internet, adiós a los fideicomisos opacos y además se elimina la Junta Ejecutiva del INE, la cual es muy cara y con nulos resultados en beneficio de la nación.
La sesión del 14 de diciembre en el Senado duró alrededor de 24 horas ininterrumpidas, la oposición metió 1,244 reservas estériles con la finalidad de cansar a las y los legisladores de la mayoría, cosa que no sucedió. En el apartado de posicionamientos de grupos parlamentarios, ya de noche, el aún coordinador de Morena —aunque opositor a AMLO desde hace 2 años, odiador imparable de Claudia Sheinbaum y saboteador del proyecto de nación obradorista— Ricardo Monreal anunció que votaría en contra y expresó los motivos de su voto particular. Con su ya tradicional estilo demagogo y queda bien, lanzó su discurso de salvador del mundo y de la constitución, para intentar seguir quedando bien con la derecha y con la gente desinformada, porque al pueblo despierto mexicano ya no lo engañan esos políticos oportunistas formados al viejo estilo priista.
La reforma pasó, pésele a quién le pese y las máscaras cayeron una vez más, yo considero que quienes votaron contra el Plan B desde las filas de morena son doblemente traidores porque traicionan a la patria y al partido donde militan —según ellos—, votaron en contra desde Morena, Monreal y Rafael Espino, quien además es el principal cabildero a favor del uso del glifosato, Susana Harp senadora por Oaxaca; pues se ausentó en un acto de cobardía e indefinición. Agradecemos que se exhiban, la verdad.
Para el líder y fundador de Morena, el Lic. López Obrador estas personas también fueron expuestas como sus opositoras, seguramente, pues acaba de convocar a todos sus legisladores y legisladores en ambas Cámaras, excepto a Monreal, ni a Espino, tampoco a Harp, ni a la diputada monrealista que votó en contra de su propuesta electoral. Más cepillados no pudieron quedar, porque con esos amigos para que se quieren enemigos.
Que sepan bien que si les llamamos traidores es porque traicionan una noble causa, a un proyecto de bienestar colectivo por el que se luchó por décadas y en el que muchos dejaron su propia vida, la traición no es personal, es al Pueblo de México, jamás nos referimos a nimiedades personales.
Parafraseando a Fidel Castro: «En una fortaleza sitiada, toda disidencia es traición», que los juzgue la historia.