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  • 07 Oct 2025
  • 23:10
  • SPR Informa 6 min

A 2 años del 7 de Octubre: Entre la indignación y la memoria.

A 2 años del 7 de Octubre: Entre la indignación y la memoria.

Por Héctor Adolfo Quintanar Pérez

Escribir sobre la memoria de las víctimas y su recuerdo, siempre va a resultar un acto complicado y por supuesto también insuficiente, porque desgraciadamente no hay  notas, cartas ni volúmenes que se hayan escrito sobre las consecuencias de la guerra que la hayan detenido. Por el contrario, en muchas ocasiones solo generan más fuego en los lugares ya convertidos en hoguera. Sin embargo, y por muy complicado que esto resulte, cada vez es más necesario, sobre todo si se tiene que hablar de el mayor conflicto de nuestros días y del cual hemos sido observadores a distancia.

Por dos años hemos sido testigos de las brutales consecuencias de los atentados del 7 de Octubre del año 2023 . Han sido 730 días en los que las pantallas de nuestros teléfonos y la opinión pública no nos permiten olvidar la fatídica mañana en que el grupo extremista de Hamás decidió perpetrar una ofensiva que costó la vida a cerca de 1200 personas y supuso el secuestro de 250 más. Algunos de ellos aún en cautiverio. Los bombardeos sucumbieron Jerusalén poco después del amanecer y rápidamente se trasmitieron en vivo los brutales y sangrientos ataques que conmocionaron a todos aquellos que incrédulos, observábamos a civiles ser presa del miedo  al mirar su hogar convertido en un polvorín.

 La acción movilizó a todo el mundo y la indignación no se hizo esperar a través de todos los canales disponibles. Las redes sociales sacudieron al público joven y los noticieros tapizaron días enteros sus titulares con las descripciones de la feroz escalada causando, por supuesto, una lógica respuesta masiva y sincera de apoyo popular y consecuentemente una escalada militar pronta por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes, que no dudaron en contraatacar con su poderío militar.

Y en pocas horas su contraataque se convirtió en matanza. Y en pocos días su matanza se convirtió en  masacre. Y en pocos meses su masacre se convirtió en un genocidio. Y por fin recordamos que nunca fue un acto de defensa ni mucho menos comenzó con el terrible  7 de octubre.  Solo necesitaban una excusa.

Las señales de las intenciones genocidas se encontraban ahí desde el principio. Una vez iniciados los atentados, Israel selló sus fronteras para la cobertura mediática, evitando así que las narrativas de medios independientes e internacionales trastocaran la suya propia, pero sobre todo, evitando a los incómodos testigos que pudieran sacara a la luz todos los abusos y crímenes de guerra que estaban a punto de iniciar a cometer sistemáticamente en la franja de Gaza a partir de ese momento con su respuesta militar que en tan solo en los primeros  30 días ya había costado la vida a cerca de 9,000 Palestinos, la gran mayoría de ellos civiles que nada tuvieron que ver con el ataque .  Es decir, casi 7 veces más que el número de víctimas mortales del 7 de octubre. Y por supuesto no pararon.

La indignación pasó a convertirse en una mezcla de conmoción y cuestionamiento popular: ¿cómo es posible que a un país dedicado por más de medio siglo a la tecnología militar y a crear los sistemas de espionaje e inteligencia más sofisticados pasara por alto un ataque de tal magnitud a su propia población?  Y sobre todo: ¿Porqué un pueblo que padeció las terribles acciones del nazismo en la segunda guerra mundial ahora se ensañaba sádicamente contra los Palestinos? Hasta el dia de hoy continúan las preguntas y no existen las respuestas. Mientras tanto, las fuerzas del ejército Israelí se sacaban selfies mientras saqueaban hogares de palestinos desplazados, se hacían videos en Tiktok al momento de asesinar a decenas de inocentes en un bombardeo y muchos de ellos alardeaban sobre haber asesinado niños y mujeres, en una confesión plena de haber cometido crímenes de guerra.

Como siempre, fue la ciudadanía la que reaccionó a la barbarie. Mientras los políticos  buscaban una sesuda definición en el diccionario y la ONU se ahogaba en discursos y burocracia, la población organizada comenzó con boicots a empresas de origen israelí y a denunciar lo que atestiguaban en los videos de redes sociales. Periodistas de todo el mundo se activaron para pedir acceso a la cobertura desde el terreno, otros más se unieron y se lanzaron al mar para llevar ayuda humanitaria hasta Gaza tratando de romper el cerco a pesar de saberse criminalizados y algunos, en España y México han boicoteado eventos deportivos donde participa Israel encendiendo esas luces que el totalitarismo ha intentado apagar, pero que la memoria histórica y la indignación siempre avivan como pequeñas virutas que provocan un incendio. Y aún con esto ha sido insuficiente. Pero poco a poco, la estructura narrativa de Israel como víctima y defensor, se va desmoronando.

Por desgracia y mientras se conmemora otro año más de violencia y masacres, algunos rehenes israelitas continúan lejos de sus familias, quienes en varias ocasiones han acusado al primer ministro Netanyahu de ocuparlos como carnada en esta funesta y brutal campaña contra Palestina. De los casi 70,000 Palestinos asesinados, menos de un centenar eran líderes o verdaderas amenazas terroristas de Hamás y miles de niños han sucumbido bajo los escombros y el fuego de los bombardeos.

Por supuesto, dos años después, es nuestro deber recordar a las víctimas  del 7 de octubre. A Los jóvenes israelíes y extranjeros, entre ellos por lo menos un mexicano, asesinados en un concierto mientras bailaban con música electrónica y disfrutaban de la euforia juvenil.  A Los civiles ultimados en las calles de Jerusalén mientras vivían su vida normal como padres, hijos, esposos y ciudadanos. A  Los trabajadores humanitarios que han caído bajo los bombardeos en ataques directos tratando de salvar vidas o rescatar cuerpos en medio de los escombros. A Los más de 200 periodistas cuya vocación los llevó a ser testigos de la destrucción de sus hogares y por desgracia, protagonistas y víctimas de la barbarie. A los más de 20,000 niños ultimados que no hacían absolutamente nada salvo existir, llorar, reír y tratar de vivir su infancia bajo el fuego.  Y por supuesto a los civiles, quienes padecieron tratando de alimentarse, vivir y subsistir y cuidar de sí mismos y no lo lograron.

Ante esto, debemos también recordar y cuidar a los sobrevivientes y hablar y gritar por ellos donde sea necesario. Porque la empatía no debe administrarse entre los conflictos de Medio Oriente , Europa del Este o de México, puesto que las vidas humanas son invaluables y la indignación no debe conocer fronteras tal cual los crímenes tampoco las conocen. Y Hablemos también de los sobrevivientes porque en ellos está el futuro de Palestina Libre y sobre todo, la memoria y voz que evitará la impunidad.