Párate a un costado de la bicicleta, tómala del manubrio y del asiento, da un pasito hacia atrás e inclínala un poco hacia a ti para hacer bajar un poco su altura. Suelta el asiento y gira la pierna que tengas más cerca de la llanta trasera y pásala por encima de la bici y apoya el pie en el pedal que encuentres y enderézala. Quedas con un pie en un pedal y el otro en el suelo, mientras, la bicicleta estará ya entre ambas piernas.
Ya que estás ahí, toma con las dos manos el manubrio, poniendo una mano en cada orilla, y apoyando todo tu peso en las manos y el pie que ya tienes sobre el pedal, impúlsate hacia adelante con el pie que tienes en el suelo. Con ese pequeño movimiento despega el último pie y busca el pedal sobrante, el cual seguramente está, con referencia al otro pedal, en la parte más alta del ciclo.
Una vez apoyados los dos pies en ambos pedales, avance ejerciendo fuerza en el pedal más alto, lo cual dará el valor al otro pedal para acompañar el ciclo, pero siempre arriba cuando el otro esté abajo, o abajo cuando el otro esté arriba, adelante cuando el otro está atrás y viceversa, como si se negara a dar del todo, la razón a aquel que empezó el movimiento.
Quizá valga una aclaración. Este pequeño instructivo está hecho para aquellas y aquellos que saben, imaginan o intuyen lo que es una bicicleta, ese armatoste de dos ruedas que es impulsado por el propio ciclista a través de las piernas usando un par de pedales, cadena y engranajes que unen a las llantas para sincronizar el movimiento de ambas.
Si usted lee esto en los tiempos en que no existe tal máquina y nunca ha imaginado tal cosa, no continué con la lectura y dedique estos momentos a aprender a usar otras máquinas de transporte, o sólo deje esto de lado y continúe con su vida.
Ya en movimiento, las piernas provocarán el avance con una carrera circular y la atención se tiene que centrar en el camino. El equilibrio y el movimiento se convierten en lo único real, sin reflexión, sin pensamiento.
El presente no existe, sólo la mente y el cuerpo se mueven en torno a un futuro que llega y desaparece sin contemplación, sin siquiera ser percibido. Todo es un camino que está allá, a unos metros y al tiempo que se acerca provocado por el eterno ciclo de los pedales desaparece atrás, fuera del alcance de la vista y rápidamente no importa.
Mientras se vive la simbiosis con el velocípedo, todo siempre está por suceder. Baches, topes, carros, peatones. Todo es posible, todo hay que preverlo o adivinarlo. Vueltas inesperadas de los automóviles; pelotas que salen de la nada. Gente cruzará sin darse cuenta de que nos acercamos; perros; carriolas que mamás y papás ofrecen como señuelo al destino, pues ellos van siempre detrás en la ignorancia de que el carrito del bebé llegará antes al encuentro con una flor desprendida de un árbol, con el roce de un rayo de luna; con un auto, con una moto o con nosotros.
Por ello, los dedos índice y medio siempre (a veces el anular) van listos a activar los frenos ante una cantidad infinita de posibilidades que el universo tiene listas para transformar o desaparecer el futuro.
Mientras, todo pasa a los costados de la bici y nada más existe. El mundo desaparece y las piernas, los brazos, las manos, la punta de los dedos son quienes mueven el mundo. Los pulmones hacen que toda la atmósfera entre en ellos y la exhala rápidamente para que pueda, inmediatamente, tomar su lugar alrededor del planeta, para que todo siga viviendo.
No hay espacio para pensar, para recordar, para amar u odiar a nada ni a nadie. El viento frio de la noche (en caso de que sea de noche, si no, será el sol, la lluvia u otras realidades) pegará en la cara para confirmar que seguimos vivos, pero no importa. Nada importa, sólo el camino.
La gran verdad es que esta máquina de pedales, cadena y ruedas, con su esqueleto de aluminio no se mueve un centímetro, lo que sucede es que una vez que está en equilibrio y el ciclista logra poner en acción las ruedas a partir de los pedales, la cadena y los engranajes hacen girar el planeta. Todo se mueve por la tracción del hule de los neumáticos hasta que se logra que el destino llegue al pedalista, nunca al revés. El ciclo infinito de la bicicleta jala al mundo y al tiempo, mientras se esquiva los obstáculos hacia la derecha o la izquierda con el manubrio.
Todo adquiere movimiento porque el camino empieza.
Usted que lee estas líneas puede comprobar esto, cuando no esté montado en una bicicleta, asómese por la ventana, en caso de no tener una a mano, omita este paso, y vea alrededor suyo. El mundo estará estático. Edificios, árboles, parques, faros de luz, sueños, suspiros, todo estará quieto hasta que usted inicie su camino.
Carros, motocicletas o el simple esfuerzo para jalar un paso moverá el mundo y todo lo estático avanzará para quedar detrás suyo. Usted, amable lector no se moverá un ápice y, sin embargo, provocará el movimiento necesario para que el planeta entero pueda dar las tan ansiadas y sobrevaloradas vueltas al sol.
En fin, cuando usted vaya avanzando en una bicicleta, detenga su camino de vez en cuando para evitar choques o percances que detengan o dañen el camino, la salud o la vida propia o de otra persona o la propiedad de alguien más, sin hablar de la propia bici. Deténgase y reinicie el camino tantas veces como sea necesario, empujando hacia adelante los pedales con las piernas (puede hacerse con otras partes del cuerpo, pero resultará particularmente difícil), las cuales no obedecerán e irán irremediablemente hacia abajo, luego hacia atrás, hacia arriba hasta terminar una vuelta, que provocará una serie infinita de ciclos que provocarán el movimiento gracias a la maquinaria enganchada a los pedales.
Al llegar a donde usted cree que debe ir, baje la velocidad con la suficiente distancia para no tener que hacerlo intempestivamente, lentamente acérquese al punto de llegada y pare. En el último suspiro de equilibrio, separe su pie de más confianza y colóquelo en el piso. Una vez que tenga una posición segura, separe el otro pie del otro pedal y gire toda la pierna en forma recta, por encima del asiento hasta lograr que quede perpendicular al otro. No suelte el manubrio hasta que esté firmemente de pie. Apoye la bici donde usted quiera y continúe su camino, recobrando sus pensamientos y sus preocupaciones.
Se recomienda el uso continuo de esta máquina para la búsqueda del bienestar inmediato y efímero.